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Plácido de Luis García Berlanga


Ficha técnica y sinopsis. Portada del programa de mano.

«La verdad es que yo nunca sé lo que dicen mis películas ni lo que quiero. Yo digo ‘vamos a hacer una película de pobres y ricos’, pero no tengo en ese momento ningún concepto demagógico. En definitiva, Plácido viene a decir que cada uno, pobre o rico, va a lo suyo, que abandona a los demás en el momento en que deben abandonarlos, es decir, cuando los otros más lo necesitan.»


Luis García Berlanga.


Fundamental en la filmografía de Luis García Berlanga, Plácido es una de las obras maestras indiscutibles del cine español. Una película que significó para el cineasta valenciano un punto de inflexión marcado por su primera colaboración con el guionista Rafael Azcona. Basada en una idea original de Berlanga, surgida a partir de una campaña ideada por el régimen franquista, bajo el lema «siente un pobre a su mesa», el guion de la película fue tomando forma bajo la mordaz escritura de Azcona con la colaboración de José Luis Colina y José Luis Font. La campaña franquista pretendía fomentar en el pueblo español un sentimiento de caridad cristiana hacia los más desfavorecidos, aunque, en realidad, tan solo escondía una manera de limpiar las conciencias burguesas. Bajo la producción de Alfredo Matas al frente de Jet Films, la película fue rodada en la localidad catalana de Manresa. Titulada en un principio Siente un pobre a su mesa”, como la campaña original, antes de su estreno la película tuvo que pasar el examen de la Junta de Clasificación y Censura de la Dirección General de Cinematografía y Teatro. Dicha Junta exigió cambiar el título por otro, eligiéndose así el de Plácido, nombre del protagonista. Berlanga retomó su carrera cinematográfica en 1961 con Plácido, tras cuatro años de forzada inactividad desde el estreno de su anterior película en 1957, Los jueves, milagro, marcados por varios encontronazos con la industria y la censura, y lo hacía estableciendo su discurso satírico definitivamente en el retrato del caos y del esperpento social.


Cartelería internacional de Plácido.


De nuevo, Berlanga se servía de un marco provinciano para delatar la hipocresía y falsedades burguesas, así como el arribismo de unas clases explotadas en pos de su supervivencia, mediante el ataque directo, esta vez, al concepto de la caridad cristiana. Bajo este contexto, en Plácido, unas beatonas del municipio preparan para la Nochebuena una campaña de recogida de menesterosos bajo el lema “Siente un pobre a su mesa”. La iniciativa va aderezada por una colosal parafernalia patrocinio de las ollas Cocinex: cabalgata de pobres, estrellas de cine llegadas ex profeso de Madrid, subasta pública de convidados y retransmisión radiofónica. La supervisión del evento corresponde a Gabino Quintanilla, “el de las serrerías”, interpretado por José Luis López Vázquez, para lo cual se hace con los servicios del recién adquirido motocarro de Plácido Alonso, interpretado por el humorista catalán Casto Sendra, más conocido como Cassen, que debutaba en el cine con el papel protagonista. Sin embargo, a pesar de la presión de Quintanilla y del circo montado en el municipio con ocasión de la campaña, lo único que anhela Plácido durante toda la jornada navideña es conseguir el dinero necesario para poder pagar al banco la letra de su vehículo. En su odisea para hacer efectivo el pago de su letra, verá cómo su motocarro se convierte en un medio de transporte multiusos que lo mismo sirve para anunciar por megafonía el evento que para hacer las veces de coche fúnebre.

Berlanga se mueve como pez en el agua en ese cine coral tan querido por el cineasta valenciano, del que ha sido maestro y referencia absoluta. Alrededor de los personajes interpretados por Cassen y López Vázquez, Berlanga y Azcona perfilaron un montón de personajes secundarios, juntos, y revueltos, entre ricos, pobres, agraciados y menos agraciados. Entre el elenco interpretativo, plagado de muchos de los mejores intérpretes del cine español, destaca, por ejemplo, un genial Manuel Alexandre dando vida a Julián Alonso, el hermano cojo de Plácido; también, Luis Ciges, en el papel de un pobre que se pone morado a comer a costa de la impostada caridad de sus solventes benefactores de turno. Inolvidable también es la interpretación de Elvira Quintillá, como la esposa de Plácido, siempre con un bebé en sus brazos, mientras regenta los baños públicos.


El retrato del caos y del esperpento social en Plácido es continuo, con secuencias inolvidables siempre plagadas de personajes secundarios extraordinariamente perfilados.


Plácido consolidó el personalísimo estilo de Berlanga, con el empleo de un reparto coral, elaborados planos-secuencia y un notable contraste entre imagen y sonido. Pero, sobre todo, marcó el principio de su relación profesional con Rafael Azcona, a quien Berlanga situaba al mismo nivel que Cesare Zavattini en Italia o Jacques Prévert en Francia, entre otros. Azcona aportaría a los guiones de las películas de Berlanga el tono amargo, ácido y pesimista. Berlanga, quien ya conocía a Azcona por su trabajo en revistas como “La Codorniz”, se quedó absolutamente prendado y fascinado por el guionista logroñés tras ver El pisito (1959) de Marco Ferreri. El mismo año del estreno de El pisito, 1959, Berlanga supervisaría un proyecto piloto para Televisión Española, escrito por Azcona y dirigido por Juan Estelrich titulado Se vende un tranvía. Al año siguiente, Azcona le ofreció a Berlanga la adaptación al cine de un relato suyo titulado El paralítico y, curiosamente, Berlanga lo rechazó; tras ello, Azcona contactó con Marco Ferreri quien aceptaría el proyecto de adaptar el relato en El cochecito (1960). Tras ver El cochecito, Berlanga se arrepintió de no haber aceptado la propuesta de Azcona. Finalmente, la colaboración entre ambos se haría realidad en el cine con Plácido. Desde entonces, el tándem Berlanga-Azcona continuaría durante cerca de tres décadas, hasta 1987 con la película Moros y cristianos. Sin embargo, a pesar del valor único e innegable de su trabajo junto a Berlanga y otros cineastas, el propio Azcona siempre se enmarcó como autor tan solo en las labores de escritura de guiones, alejado de la dirección:

«Las películas son de los directores, mientras que el guion es como el encofrado de un edificio, que tiene que estar, pero no se puede notar. Una vez terminado el guion se lo entrego al director y ya no quiero saber más de la película, porque un guionista en un rodaje es un alienígena que solo estorba. Escribo guiones porque me resulta más fácil que escribir novelas.»

Berlanga siempre trató de evitar el calificativo de comedia negra para definir su obra, a su parecer, un término muy americano; al contrario, se refería a su particular estilo de comedia como el propio derivado de la picaresca puramente española. El cine berlanguiano, repleto de frases y diálogos extraordinarios, parte, sin embargo, de la premisa de la incomunicación social para retratar una sociedad en la que todos tienen algo que decir, pero en la que nadie parece escuchar a los demás. Tal es la exacerbación de esta premisa en las películas de Berlanga, que éste llegó a decir que “eran imposibles de doblar y mucho menos subtitular”, y, quizá, por ello la repercusión internacional del cine de Berlanga estuvo algo mermada, en comparación con muchos cineastas de similar estilo, sobre todo italianos. Como anécdota al respecto, Berlanga explicó que durante la proyección de Plácido en el Festival de Cannes, los espectadores se marchaban de la sala porque “no aguantaban aquel murmullo continuado”. Por otra parte, Berlanga afirmó que Plácido fue una película de denuncia muy de su “tripa”, muy importante para el cineasta valenciano, en la que el espectador se reiría pero menos que en otras de sus películas, debido precisamente a la crudeza de las situaciones que se plantean en la película y a la naturaleza de su ácida crítica sobre la enorme brecha entre clases, en el contexto de la sociedad española de inicios de los años 60.


Rafael Azcona (izquierda) y Luis García Berlanga (derecha). El tándem Berlanga-Azcona comenzaría con Plácido en 1961 y continuaría durante cerca de tres décadas, hasta 1987.


En Plácido, todos los personajes son víctimas de las debilidades de unos y al tiempo cómplices de las de otros. Nadie sale bien parado en su ácido retrato de Berlanga y Azcona, ni pobres ni ricos ni intermediarios. En este sentido, resulta imprescindible emparentar a Plácido con otra obra maestra del cine español estrenada, curiosamente, ese mismo año, en 1961, como es Viridiana de Luis Buñuel.

Plácido compitió por la Palma de Oro en el Festival de Cannes y fue nominada al Óscar a la mejor película de habla no inglesa. En 1985, durante una entrevista para el programa de Televisión Española “Ahí te quiero ver”, Berlanga afirmó lo siguiente respecto a los Óscars y su experiencia en Hollywood durante los días que precedieron a la ceremonia:

«Para mí ya era un maravilloso premio el hecho de ser nominado. Representaba para aquella época un viaje a Hollywood y mis dos ‘azafatas’ fueron ni más ni menos que Jayne Mansfield y Angie Dickinson. Estar una semana con ellas ya era el mejor premio que podía recibir un director español en aquella época.»

En Plácido, Berlanga disecciona una sociedad hipócrita, mezquina y provinciana; una sociedad de doble moral, donde lo más importante son las falsas apariencias. Un retrato despiadado e inmisericorde de la España de pandereta, profunda y negra que desgraciadamente sigue vigente en amplios sectores de la sociedad española actual.



Javier Ballesteros


Vídeo introductorio a Plácido
por Javier Ballesteros.








El verdugo de Luis García Berlanga


Ficha técnica y sinopsis. Portada del programa de mano.


«Mi madre, que era un ejemplo de mujer española del tiempo, cuando en mi casa lo pasábamos bien, de repente, en medio de la alegría, ella suspiraba y decía: 'ya lo pagaremos'. Había este sentido de que la vida era para sufrir...»

Rafael Azcona.


En la España de los 60, bajo la dictadura del General Franco y en medio de la apertura turística internacional, el apuesto José Luis Rodríguez, interpretado por Nino Manfredi, se encuentra con un anciano José Isbert, que encarna a Amadeo, un personaje que ostenta el oficio más indeseable del mundo: el de verdugo. El método empleado entonces para la pena de muerte era el garrote vil, un dispositivo de metal que estrangula a la víctima cuando se aprietan sus tornillos.

El director Luis García Berlanga ganó el Premio FIPRESCI en el Festival de Cine de Venecia por la película. En ese momento, la España franquista estaba bajo presión internacional debido a la sentencia de muerte del líder comunista Julián Grimau y la ejecución por garrote vil de los anarquistas Francisco Granado y Joaquín Delgado. El embajador español en Italia Alfredo Sánchez Bella protestó por la proyección de esta película a la que consideraba como "comunista" y de la que dijo que era "Uno de los más impresionantes libelos que jamás se hayan hecho contra España; un panfleto político increíble, no contra el régimen, sino contra toda una sociedad. Es una inacabable crítica caricaturesca de la vida española", para más inri titulada con el apodo por el que se conocía al Caudillo en el mundo.

Su fama como "la película más antipatriótica y antiespañola que se hubiera visto jamás" continuó y no faltaron intentos de prohibición para más tarde cambiar de estrategia por completo, y hacer ver su circulación como un ejemplo de tolerancia del régimen, pensando erróneamente que nadie atestiguaría su enorme talento y originalidad. Fue entonces cuando se produjo la famosa frase de Franco en un consejo de ministros: "Ya sé que Berlanga no es un comunista; es algo peor, es un mal español". Como curiosidad, Berlanga y el equipo de la película fueron recibidos a pedradas por anarquistas italianos que debieron creer que se trataba de una obra apologética de la figura de Franco.

El verdugo (1963) finalmente se posicionaría como una de las mayores glorias del cine español y una de las más veneradas tanto dentro como fuera de nuestro país. Esta coproducción hispano-italiana tan particular se parece mucho a otra corrosiva sátira ligeramente anterior; El Cochecito (Marco Ferreri; 1960). Ambas películas poseen escenas repletas de tomas vivas donde la cámara recoge la precaria situación de una impaciente clase media, y ambas, están protagonizadas por un jadeante y quejumbroso José Isbert.


Cartelería internacional de El verdugo.


Pero la clave de esta comparación es que el guion de las dos películas es de Rafael Azcona, conocido por su mordaz sátira social. Después de trabajar con Marco Ferreri en dos películas basadas en sus propias novelas, Azcona procedió a participar en una serie de películas de Berlanga. A medio camino, Azcona escribió Mafioso de Alberto Lattuada (1962), una película que comparte con El verdugo la exploración del asesinato institucionalizado cuando este se cruza en el camino de personas corrientes, obligadas a una lealtad forzada por el instinto de supervivencia.

La España de Berlanga, influenciada por su ciudad natal, Valencia, es un espacio en el que todos hablan constantemente, intercambiando chascarrillos, espiando a sus vecinos, juzgándolos en silencio y, más a menudo, chismorreando. El verdugo se burla de las distracciones de una clase media que no quiere reconocer su complicidad con los crímenes de la nación. El baño de cinismo político quizás no se note hasta llegar a los últimos 20 minutos, en los cuales el humor incomodo pasa a ser una incomodidad completa. La desesperación en el rostro de Manfredi avanza la evolución hacia la comedia negra contemporánea, contada de forma sencilla y sin adornos.

La composición exuberante del reputado director de fotografía Tonino Delli Colli, convierte cada escena en un festival de detalles que vale la pena saborear, con muchos símbolos tan audaces como obvios. Detalles como el momento en que un guardián de la prisión ordena a José Luis que se ponga una corbata para parecer un verdugo profesional, o el momento en el que Amadeo le mide el tamaño del cuello de un vistazo, se unen a otro buen puñado de escenas memorables. El trasfondo de una 'dolce vita' que comienza a extenderse en nuestra idiosincrasia, salpicada de un ingenio evocador de las obras de Voltaire, Ambrose Bierce o Kafka, da sentido a la derrota de este hombre inocente devorado por la inercia de una roca burocrática.

De hecho, el término "Berlanguiano" es tan común como el de "Kafkiano" en nuestro país. Los dos son intercambiables ya que ambos artistas abordaban los absurdos de la sociedad moderna, el poder de la burocracia sobre el hombre común y las nociones pesimistas alrededor del supuesto de "libre albedrío". En las películas de Berlanga todos estos temas se manejan de forma efectiva confiando siempre en el humor, y sobre todo en el humor negro.

La idea de Berlanga vino de una historia real sobre un verdugo que tuvo que ser consolado al igual que se consolaba a sus víctimas. La historia produjo una imagen única que vemos plasmada casi al final de la película, con un verdugo involuntario, incapaz de realizar sus deberes y que se arrastra como un condenado, creando dos hombres condenados. El plano define la película y la situación de José Luis, que se encuentra cara a cara con las implicaciones del mundo real en un marco visual con cierto tono de horror.


En España, El verdugo sufrió unos cuantos cortes de censura y bastante presión por parte de las autoridades en el momento de su estreno.


El verdugo se abstiene de entrar en decorados fastuosos al estilo de las comedias clásicas de Ernst Lubitsch, o de los vistos en producciones recientes como El Gran Hotel Budapest (Wes Anderson; The Grand Budapest Hotel, 2014). Por el contrario, nos encontramos con escenas sublimes propias de una pesadilla surrealista. En el último tercio de la película, José y su esposa Carmen (Emma Penella) están disfrutando de un poco de entretenimiento turístico en las cuevas del Drach (Palma de Mallorca), mientras un barco flotante, conducido por guardia civiles, atraviesa la niebla llamando a José con un megáfono. Mientras su nombre retumba en las paredes de la cueva, la visión del infierno privado que vive José se comparte claramente con el espectador. Momentos como estos son un caso de estudio sobre cómo el humor absurdo de una película puede generar empatía con la audiencia y sentirse realista, sin dejar de posicionarse junto a la bufonada.

La obra maestra de Berlanga trasciende el período en el que se hizo y su agudeza crítica todavía es capaz de revolotear alrededor de las estructuras políticas vigentes, que ponen en valor la relajación moral de la población. El verdugo nos hace caminar a través de un doloroso drama realista, a veces frenético, a veces divertido, pero en última instancia agónico. La banalidad de los personajes principales le da a la sátira una universalidad que entiende el espectador medio de cualquier país, y a la aún vigente discusión sobre la pena de muerte El verdugo añade de forma directa una cuestión fundamental: ¿Qué pasa con la persona que realiza las ejecuciones?

A pesar del clima político de la España franquista, la creación de El verdugo fue de una gran efectividad entre el público. Su tono contradictorio logró convencer de su comicidad a la audiencia al mismo tiempo que la mortificaba. El estilo de humor, que trata sobre la misma sociedad, crea una complicidad y una participación dentro de la película con la que cualquiera puede acabar pasándolo mal si tenemos en cuenta el trayecto que se nos marca; vamos a ser conducidos irremisiblemente hacia el garrote.

Con el tiempo, el visionado de El verdugo ha ido exigiendo al espectador la contextualización de la España franquista, como un lugar en el que la mera existencia de los ciudadanos les transformaba en componentes del régimen. La pasividad solo acelera el ritmo de una decadencia moral que se escenifica y que, por lo visto, no debió de ser del todo reconocida en el momento de su estreno. Al detenerse a examinar el papel de la sociedad y las vidas de la gente de su propio país con una capacidad de abstracción inusual, Berlanga deja margen para ampliar el potencial de su función satírica hasta que esta pueda alcanzar a las generaciones futuras, las más indicadas para disfrutar con tranquilidad de esta historia sin peligro de reconocerse culpables.


José Luis se ve abocado a renunciar progresivamente a sus principios.


De entre los análisis que se han hecho con posterioridad, entre los que críticos e historiadores discuten todos los aspectos de la filmografía de Berlanga, destacaría la aportación del escritor Fernando R. LaFuente, que analiza el trabajo de Berlanga a través de conceptos y teorías de algunas de las mentes españolas más agudas de la época. Entre los que menciona LaFuente está el filósofo español Miguel de Unamuno, quien presentó la importante idea de la intrahistoria, traducida como "la historia de las personas que no tienen historia". La intrahistoria trata a "la gente común y corriente, todos nosotros", y este fue el territorio de Berlanga a lo largo de toda su carrera. No es un concepto exclusivamente español, y es explorable en varios contextos por los cineastas que desciendan de cualquier cultura. La historia de los que están al cargo, los que ganan las guerras, está bien documentada, y los realizadores tienen la responsabilidad de ampliar su narrativa para arrojar luz sobre las personas que forman una sociedad.

El director de "Caimán, Cuadernos de Cine", Carlos F. Heredero, hablaba en un documental sobre la película de cómo durante la producción, Berlanga nunca hizo consideraciones sobre el tiempo que tardaba en mantener una toma determinada o la cantidad de planos que debía grabar. Como director confió en su instinto en todo momento y este es un concepto del que los nuevos cineastas pueden aprender mucho: rodéate de personas talentosas que comparten tu visión, que la complementan con sus aportaciones y que, además, confíen en tus instintos.

Mientras que el guionista Rafael Azcona tenía un mayor gusto por la comedia negra (consideraba aquí como realismo), Berlanga retrató a los españoles con "ternura y ferocidad", y el director de fotografía Delli Colli asumió con entereza el reto de navegar en los interiores de la España opresiva y claustrofóbica de Berlanga. El resultado es una sátira política de especificidad cultural, pero que también busca la resonancia global para que otras culturas puedan relacionarse con el mensaje en cualquier otro momento de la historia. Es algo que se podrá lograr a través de una serie de métodos diferentes, pero la perspectiva humanista y la simpatía por los personajes prueban que son el mejor engrase existente en el cine. Los artistas duraderos, como Berlanga, logran una atemporalidad específica de un sitio pero conmovedora en lo universal.



Toni Cristóbal


Vídeo introductorio a El verdugo
por Toni Cristóbal.








¡Bienvenido, Mister Marshall! de Luis García Berlanga


Ficha técnica y sinopsis. Portada del programa de mano.


«Las películas de Berlanga no sólo han marcado la época de oro del cine español, sino que encumbró en ellas los personajes humildes, cotidianos, que luchaban contra la precariedad y la sordidez de su tiempo, y los de la clase superior que no eran sino el reflejo de los anteriores, pero dotados de mayor picardía. De Luis García Berlanga me apasiona todo, aquello con lo que me identifico y también lo que nos separa. No quiero compararme con él, por Dios, pero me siento muy cercano a su sentido del humor, a su afición por Arniches y el sainete en general, a la familia como núcleo dramático, al coro de personajes secundarios que en ocasiones importan más que los protagonistas.»

Pedro Almodóvar.


El director valenciano Luis García Berlanga formó parte de la primera promoción del Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas inaugurado en 1947. Perteneció a la generación de jóvenes directores que rompieron con el cine que se venía rodando en España antes de 1950 caracterizado por ser populista, folclórico, religioso o romántico y que promulgaba unos ideales de una identidad nacional española muy hermética, glorificada y alejada de la realidad. Junto a sus compañeros de generación consiguió que el cine español se abriera a planteamientos renovadores inspirados en las nuevas corrientes del cine europeo que le merecieron el reconocimiento internacional. Intentaron subirse a la ola del neorrealismo italiano que reflejaba más certeramente la realidad con espíritu crítico. Berlanga intentó utilizar esas mismas herramientas, pero enseguida derivó hacía la parodia.


Cartelería internacional de ¡Bienvenido, Mister Marshall!


Tras rodar con Juan Antonio Bardem su primera película, Esa pareja feliz (1951), consiguieron financiación para realizar un segundo proyecto, esta vez dirigido únicamente por Berlanga, pero con guión firmado por ambos con la ayuda del escritor Miguel Miura, autor de la comedia teatral Tres sombreros de copa (1932). El productor sólo les pidió tres condiciones, que se luciera la joven tonadillera Lolita Sevilla, que estuviera ambientada en Andalucía y que fuera una comedia. Al final no se rodó en Andalucía, sino que se ambientaba en un pueblo de Soria llamado Villar del Rio y la película estaba filmada en una localidad de la sierra madrileña llamada Guadix de Sierra. Varios números musicales, que en realidad tampoco añadían mucho a la trama, sirvieron para lucir a la cantante y la comedia se transformó en una sutil crítica de la realidad española. Para Lolita Sevilla la película se convertiría en un gran trampolín debido al éxito de la canción Coplas de las divisas conocida popularmente como Americanos os recibimos con alegría cuya letra es la siguiente:

Los yanquis han venido, olé salero con mi regalo.
Y a las niñas bonitas van a obsequiarlas con aeroplanos.
Con aeroplanos de chorro libre, que corta el aire.
Y también rascacielos bien conservaos en "frigidaire".

Ay, americanos, vienen a España guapos y sanos.
Viva el tronío de ese gran pueblo con poderío.
Ole Virginia y Michigan y viva "Tersas"
Que no está mal, no está mal.

Os recibimos, americanos con alegría.
Ole mi mare, ole mi suegra y ole mi tía.
El plan Marshall nos llega del extranjero pa' nuestro amigo.
Y con tantos parneses me ha echao del pelo Villar Del Río
Traerán divisas pa' quien toree mejor corría
Y medias y camisas pa' las mocitas mas presumías
.

El título de la película hacía referencia a El Plan Marshall (denominado oficialmente European Recovery Program o ERP) que fue el principal plan de los Estados Unidos para la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial, que a la vez estaba destinado a contener un posible avance del comunismo. La iniciativa recibió el nombre del Secretario de Estado de los Estados Unidos, George Marshall y España, al no participar en la contienda, quedó fuera de los países que percibieron tal ayuda.

¡Bienvenido, Mister Marshall! (1953) sorteó hábilmente la censura haciendo de un relato costumbrista una camuflada sátira que caricaturizaba a los estamentos de la sociedad española sirviéndose del humor y la parodia. Tras la Guerra Civil y su correspondiente posguerra, la España de Franco se sumergió en una crisis socio-económica difícil de superar. El sistema autoritario perpetuó un estancamiento del progreso que sumió a España en una sociedad repleta de carencias.


Reparto coral e icónico de ¡Bienvenido, Mister Marshall!


Para burlar a la censura Berlanga se valió de una fina ironía. No es casual que alcalde del pueblo, un genial Pepe Isbert, fuera sordo, y que el delegado enviado confundiera el nombre del pueblo a cada rato, denotando así, la indiferencia e ineficacia del régimen pese a sus esfuerzos maquilladores. Para mostrar la parálisis de la sociedad se nos enseñaba simbólicamente un reloj que no funcionaba, una fuente que apenas tenía agua y a un pueblo ingenuo que sólo pedía subirse al tren del progreso. Para que la cosa quedara todavía más clara, el director se permitía paralizar el plano mientras la voz en off hacía un recorrido por el pueblo y las gentes del lugar. La historia se nos narraba en forma de cuento de hadas, con la voz en off, burlona e indulgente, del actor Fernando Rey, apelando a los sueños y esperanzas de los campesinos. Esa evocación ensoñadora, mágica, convertía a los americanos en los reyes magos de oriente y se infiltraba tiernamente en el corazón de cada espectador que empatizaba y se identificaba con los vecinos de Villar del Rio. Esta voz en off hacía hincapié en que Villar del Rio era un pueblo de lo más común y que podía tratarse de cualquier otro de la deteriorada España.

Casi 50 años después, Berlanga rodó El sueño de la maestra (2002), cortometraje que en principio formaba parte de ¡Bienvenido, Mister Marshall! y que por sus inocentes sugerencias eróticas fue eliminado. En 2002 la maestra ya no soñaba con estar debajo de una melé de fornidos jugadores de fútbol americano, sino con los distintos artilugios con los que se efectuaba la pena de muerte. El legado de Berlanga se puede comprobar en películas de nacionalidades tan dispares como la uruguaya El baño del Papa (2007) o en las Historias de la edad de oro (Amintiri din epoca de aur, 2009) del rumano Cristian Mingiu, autor de 4 meses, 3 semanas, 2 días (4 luni, 3 saptamini si 2 zile, 2007). El estilo caótico de Berlanga también se puede disfrutar en el director norteamericano Robert Altman, el cual gusta de proceder de similar manera. Dentro del panorama español, Daniel Sánchez Arévalo recuerda a Berlanga en películas como La gran familia española (2013). Entre los clásicos modernos como Pedro Almodóvar, Carlos Saura o Bigas Luna también encontramos los mismos recursos paródicos que ya utilizara Berlanga.


Imágenes del rodaje de ¡Bienvenido, Mister Marshall!


De no ser porque la película fue seleccionada por el Festival de Cine de Cannes en su sección oficial, ¡Bienvenido, Mister Marshall! apenas habría durado tres o cuatro días en taquilla. Tras recibir el Premio Internacional (Película cómica) y una Mención Especial, la película se convirtió en una de las más taquilleras de España y está considerada como una de las mejor situadas en todos los ránkings de nuestra cinematografía.

¡Bienvenido, Mister Marshall! dio inicio a un estilo repleto de historias corales y caóticas que más tarde abundaría en planos secuencia y profusión de la espontaneidad en la que reinaba el caos. Con tono agridulce se empeñó en desmontar los pilares básicos de la sociedad española de su tiempo: la administración, el clero, el ejército y sobretodo la familia, que protagonizaban en su conjunto unas historias que inevitablemente conducían a un gran fracaso colectivo. Contaba Jess Franco en Memorias caóticas de Luís García Berlanga que cuando El Caudillo vio la película exclamó: “Berlanga no es un comunista, es mucho peor que eso: es un mal español”.



JMT


Vídeo introductorio a ¡Bienvenido, Mister Marshall!
por JMT.








Presentación del ciclo "Luis García Berlanga". Febrero 2018.



«Yo pensaba que lo más jodido de mi vida había sido la censura de Franco. ¡Pues no! Lo más jodido es la pérdida de la memoria.»

Luis García Berlanga.


Continúa la VIII temporada de la Filmoteca de Sant Joan d’Alacant durante el mes de febrero de 2018 con nuevo ciclo temático dedicado en esta ocasión en su integridad a la figura del gran cineasta valenciano Luis García Berlanga.

Luis García Berlanga (Valencia, 12 de junio de 1921 - Madrid, 13 de noviembre de 2010) creció en una familia de terratenientes de la provincia de Valencia. Estudió Derecho y más tarde la carrera de Filosofía y Letras, pero no encontró su vocación en estos sectores y decidió ingresar en el el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas de Madrid en 1947. Debutó como director de cine poco después, en 1951 bajo la dictadura de Franco con Esa pareja feliz. Sus películas se caracterizan por una mordaz ironía junto a exacerbadas sátiras sobre política y sociedad que le sirvieron para evitar la censura de la época con proyectos tan llamativos como Los jueves, milagro (1957). Muchas de sus películas forman parte de la historia del cine español en mayúsculas, como ¡Bienvenido, Mister Marshall! (1953), El verdugo (1963), La escopeta nacional (1978) o La vaquilla (1985). Su última película fue París-Tombuctú rodada en 1999. Recibió múltiples premios y galardones internacionales, destacando el Príncipe de Asturias de las Artes en 1986 y el nombramiento como Presidente Honorífico de la Academia Española de Cine. Falleció en 2010 en Madrid a la edad de 89 años.

A pesar de no realizar habitualmente ciclos monográficos dedicados a un director específico, Luis García Berlanga merece una excepción en toda regla, en el marco de nuestro 10º aniversario. A falta del ciclo del mes de marzo, que también será de corte social, Berlanga nos aportará cuatro cosas a esta VIII edición de la Filmoteca: autoría, humor, cine español y homenaje. El director valenciano dio nombre al IES Luis García Berlanga de Sant Joan d'Alacant, centro de formación de los integrantes de esta Filmoteca. Además, Berlanga participó en el nacimiento del Festival de Cine de Sant Joan d´Alacant, en la primera edición de año 2001, como Presidente del Jurado. Con este ciclo la Filmoteca busca rendir tributo tanto al artífice de tantas películas maravillosas como al Instituto santjoaner que lleva su nombre.

Como afirmaba el propio Berlanga en la cita inicial de este texto, no hay nada peor que la pérdida de la memoria. Nosotros queremos que este ciclo ayude a conservar el legado cinematográfico de Luis García Berlanga en la memoria de todos; un legado que es patrimonio cultural de todos los valencianos, de todos los españoles, y que merece que los que nos dedicamos a la divulgación cinematográfica lo revisemos y promociones tantas veces como sea necesario. En este sentido, cabe destacar que una de las cuatro películas del maestro Berlanga que proyectaremos, ya fue proyectada en nuestra I edición de 2008; se trata de El verdugo. Con la repetición de la proyección de El verdugo, primera repetición de una película en la historia de la Filmoteca tras proyectar más de 150, se subraya lo anteriormente comentado sobre la necesidad de revisión y promoción periódica del legado cinematográfico de Luis Garcia Berlanga, y al mismo tiempo nos sirve de guiño hacia todos los seguidores fieles a nuestras proyecciones cuando se cumplen 10 años de la primera proyección de El verdugo. En sus últimos días, Luis García Berlanga perdió progresivamente la memoria hasta su muerte; sin embargo, su legado cinematográfico permanecerá eternamente en la memoria del cine español.

Desde el día 5 hasta el 26 de febrero, la Filmoteca de Sant Joan d’Alacant proyectará las siguientes películas dirigidas por el gran Luis García Berlanga:

Comenzaremos el lunes 5 de febrero con la proyección de ¡Bienvenido, Mister Marshall! (1953). Protagonizada por el irrepetible José Isbert, por Manolo Morán y Lolita Sevilla, entre otros, ¡Bienvenido, Mister Marshall!, en tono de sátira y crítica soterrada, habla de la situación política y económica de España en la época del rodaje, hecho inaudito en la filmografía española hasta ese momento. La película fue estrenada el 4 de abril de 1953 en el Cine Callao de Madrid y reestrenada el 20 de diciembre de 2002 en Guadalix de la Sierra (Madrid), lugar en el que se rodó la película. ​¡Bienvenido, Mister Marshall! es imprescindible en el cine español, considerada como obra maestra. Avalada por los premios cosechados en el Festival Internacional de Cine de Cannes (Mejor Comedia y Mención Especial por el guion), la obra de Berlanga es una comedia costumbrista sobre la España de los años 1950. Son los años en que el Gobierno de los Estados Unidos pone en marcha el Plan Marshall para reconstruir la Europa Occidental de posguerra, ayudas de las que España quedó al margen. Berlanga retrata también el inicial aperturismo del régimen franquista hacia los países extranjeros, principalmente por parte de Estados Unidos. La película es una muestra de cómo era la España del momento, y los personajes representan los tipos característicos. Por un lado el poder, representado por el alcalde, el cura y las fuerzas vivas (boticario, hidalgo, comerciantes, maestra), y por otro el pueblo (casi todos agricultores y ganaderos). Desde el punto de vista social, se ha captado la idiosincrasia; el hecho de que el alcalde esté algo sordo no es casual, el miedo al Delegado tampoco, que el cura sea algo cotilla, que la maestra esté soltera y necesite la ayuda del listillo de la clase, entre otros. El papel subordinado de la mujer se refleja en su poca presencia, y la escasa intervención que, por ejemplo, tiene la tonadillera. El pueblo ha perdido el tren y está abocado a su desaparición. De gran relieve es el pregón desde el Ayuntamiento, con Pepe Isbert y Manolo Morán en una actuación antológica y divertidísima. El pregón iniciado con la frase: "Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación que os debo os la voy a pagar", que se repite varias veces, ha pasado a ser una de las citas míticas del cine español. Tan célebre es la frase que, desde 2011, se ha inmortalizado la figura de Pepe Isbert con una escultura en el mismo lugar del balcón del ayuntamiento de Guadalix de la Sierra desde donde se pronunció en la película.

Continuaremos el lunes 12 de febrero con la proyección de El verdugo (1963). El verdugo es una de las mejores películas de Berlanga y para muchos, una de las mejores películas del cine español. Es en parte un alegato contra la pena de muerte y en parte una recreación irónica de las contradicciones de la España franquista, realizada en plena era del régimen. Destacan en la película las actuaciones de José Isbert en su papel de verdugo, Nino Manfredi y Emma Penella. En El verdugo, Amadeo (José Isbert), el verdugo de la Audiencia de Madrid, conoce a José Luis (Nino Manfredi), un empleado de pompas fúnebres que va a recoger al preso que Amadeo acaba de ajusticiar. José Luis no encuentra novia, pues todas las chicas huyen de él cuando se enteran de que trabaja en una funeraria. La hija de Amadeo, Carmen (Emma Penella), tampoco encuentra novio, ya que todos sus pretendientes escapan al enterarse de que su padre es verdugo. Carmen "atrapa" a José Luis quedándose embarazada. Amadeo espera que el patronato le conceda un piso por su condición de funcionario, pero se entera de que se lo han denegado porque en el momento de la entrega ya estará jubilado. Él y su hija engatusan a José Luis para aceptar el cargo de verdugo y conservar la vivienda, asegurándole que no tendrá que matar a nadie. Cuando llega una orden de ejecución en Mallorca, José Luis, horrorizado, quiere dimitir, aunque eso signifique perder el piso y devolver las nóminas cobradas. Nuevamente Amadeo y Carmen lo lían para que espere al último momento, pues el reo está enfermo y seguramente se moriría solo. Finalmente, en una escena memorable, José Luis es llevado a rastras al garrote vil, como si fuese el condenado en lugar del verdugo. La escena final —posiblemente, la más icónica de la película— se inspira en la ejecución de Pilar Prades Expósito, la «envenenadora de Valencia», llevada a cabo por el verdugo Antonio López Sierra. Curiosamente, años después José Monero también aceptó el puesto de verdugo convencido de que no tendría que ejercer y quiso dimitir cuando fue requerido para la ejecución de Heinz Ches, que finalmente llevó a cabo. La película obtuvo diversos galardones en su momento: el premio de FIPRESCI en el Festival Internacional de Cine de Venecia, el premio de la crítica soviética en el Festival de Moscú, el Premio San Jorge a la mejor película española, el premio del Círculo de Escritores Cinematográficos al mejor argumento original y el Premio del Humor Negro de la Academia de Humor francesa. Además, el Sindicato Nacional del Espectáculo distinguió a Emma Penella como mejor actriz.

El lunes 19 de febrero se proyectará Plácido (1961). De gran repercusión internacional en su momento y una de las mejores comedias de su director, Plácido estuvo nominado al Óscar a la mejor película de habla no inglesa, finalmente derrotada por Como en un espejo (Såsom i en spegel, 1961) de Ingmar Bergman. El Instituto Valenciano del Audiovisual y la Cinematografía (IVAC) obtuvo una copia de la película en 2009, de la que no existían negativos, para lo que invirtió 20.000 euros. Plácido sitúa el relato en Nochebuena, en una pequeña ciudad de provincias española. "Ollas Cocinex" patrocina una subasta a la que acuden artistas de Madrid para invitar a cenar a un pobre en casa de cada familia de ricos. Mientras Plácido (interpretado por Cassen), contratado para que recorra por la ciudad una estrella navideña en su recién estrenado motocarro, debe abonar la primera letra del modesto vehículo antes de la puesta de sol. La película surge a partir de una campaña ideada por el régimen franquista que, bajo el lema «siente un pobre a su mesa», pretendía hacer crecer en el pueblo un sentimiento de caridad cristiana hacia los desheredados, pero que, en realidad, y como Berlanga consigue mostrarnos, esconde una manera de limpiar las conciencias burguesas, algo de lo que hoy se encargan los «telemaratones solidarios de Navidad», programas que Berlanga confesaba aborrecer. La primera idea trataba de un banquete navideño en el que los ricos invitaban a los pobres, los primeros se comían las pechugas de los pollos y los segundos las alitas. Mientras Berlanga daba vueltas al guion, se incorporó al proyecto Rafael Azcona​ (uno de los coguionistas de la película junto a José Luis Colina, José Luis Font y el propio Berlanga), que tuvo que viajar a Roma durante la gestación del libreto para conocer la obra de Zavattini, pues en aquellos años trabaja al lado de diversos directores italianos. El título del guion era, al principio, «Siente un pobre a su mesa», pero el realizador se vio obligado, por problemas con los censores, a hacer un cambio de última hora, llamándola finalmente como el principal personaje masculino. El rodaje se llevó a cabo en decorados de Manresa, aunque Berlanga buscaba poder hacerlo en interiores naturales, pero ningún rico se lo permitió, a excepción de un director catalán, amigo de Berlanga, que le dejó el comedor de su casa de Barcelona. Plácido obtuvo dos premios del Sindicato Nacional del Espectáculo, uno de ellos al actor de reparto para Manuel Alexandre; dos del Círculo de Escritores Cinematográficos, mejor película y mejor director, además del premio a José Luis López Vázquez como mejor actor secundario por el conjunto de su labor; y tres premios San Jorge, mejor película española, mejor director y mejor actor para José Luis López Vázquez.

Por último, el lunes 26 de febrero se proyectará Calabuch (1956). Estrenada el 1 de octubre de 1956, Calabuch es un homenaje a la idiosincrasia de los pequeños pueblos de la costa mediterránea española y a sus habitantes. La película narra lo acontecido tras la llegada al pueblo ficticio de Calabuch del profesor George Hamilton (Edmund Gwenn), un científico que decide "desaparecer" y apartarse de sus investigaciones espaciales y militares. Tras desempeñar diversas ocupaciones, recala en el taller pirotécnico del pueblo. Animado por el uso pacífico y festivo de sus conocimientos, idea un cohete que permitirá al pueblo de Calabuch vencer a Guardamar en el concurso de fuegos artificiales que se celebra con motivo de las fiestas patronales. Tan espectacular es el resultado, que se publica una foto de los creadores en el periódico provincial, desvelándose de ese modo el paradero del profesor Hamilton, quien será llamado a volver a su país. La película fue enteramente rodada en Peñíscola (con extras locales) y en ella se muestran imágenes aéreas y a pie de suelo de esta población que suponen, además, un documento de gran valor histórico. Con motivo del quincuagésimo aniversario del rodaje en 2006, se celebró un homenaje al director y a la cinta en el marco del 18º Festival de Cine de Comedia celebrado en esta ciudad costera valenciana.


Todas las proyecciones serán a las 20:00 en el Auditorio de la Casa de Cultura de Sant Joan d’Alacant y con entrada gratuita. Os esperamos.

La Filmoteca.


TRÁILER PROMOCIONAL 
"LUIS GARCÍA BERLANGA"




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