“Si uno pudiera escribir el ’toque Lubitsch’, seguiría existiendo, pero se llevó el secreto consigo a la tumba. Es como el arte chino del soplado del vidrio; ya no existe. De vez en cuando, busco un giro elegante y me digo: '¿Cómo lo habría hecho Lubitsch?' Y se me ocurre algo, y se parece a Lubitsch, pero no es Lubitsch. Ya no existe”
Billy Wilder
“Conversaciones con Billy Wilder”,
Cameron Crowe, Alianza editorial.
Lubitsch ya no existe. Así lo reafirmaba hacia el final de sus días, en las conocidas conversaciones con Cameron Crowe en los años noventa, el que tal vez lo buscó con más admiración durante tantos años en sus películas, su discípulo, colaborador y amigo, el gran Billy Wilder. Lo reafirmaba, como digo, ya que mucho antes, en el propio funeral de Lubitsch, en 1947, es de sobra conocida otra conversación mantenida con William Wyler, en la que este último sentenció: “Se acabó Lubitsch…”, a lo que Wilder replicó: “Peor aún, se acabaron las películas de Lubitsch…”
Si un genio de la comedia como Billy Wilder sentencia doblemente la extinción del genio de Lubitsch, poco más podemos responder. Tan sólo podemos cotejarlo, examinar su obra y comprobar que ciertamente, no ha habido nadie semejante, ni parece que pueda llegar alguien parecido. No es que Lubitsch fuera el más gracioso, ni el más irónico, tan siquiera el más sofisticado. Simplemente, fue el primero, el maestro; el más completo.
Ernst Lubitsch (28 de enero de 1892 - 30 de noviembre de 1947), nació en Berlín, en el seno de una familia judía de origen ruso, donde se inició en el teatro como actor de la mano de Max Reinhardt, trabajando con actores de la talla de Emil Jannings. Sobre 1913 es reclamado como actor y guionista en la reciente industria cinematográfica alemana de la Union Films Alliance (UFA), encarnando con éxito personajes cómicos, arquetípicos judíos de la sociedad berlinesa, hasta 1916 cuando decide abandonar su carrera interpretativa a favor de la escritura y dirección de sus propias películas. Lubitsch realiza en poco más de 4 años, obras maestras como La Princesa de las Ostras (Die Austernprinzessin, 1919), Madame Du Barry (1919), La muñeca (Die Puppe, 1919), Sumurun (1920), Ana Bolena (Ann Boleyn, 1920), o El gato montés (Die Bergkatze, 1921), entre otras. Tras ser invitado a los Estados Unidos por Mary Pickford en 1922, Lubitsch –uno de los primeros directores germanos que emigraron a los Estados Unidos- se marcha, con 30 años y un buen contrato en los bolsillos, de la mano de Warner, a un país que no abandonará nunca, nacionalizándose como estadounidense poco después, y en el que trabajará en uno de los legados cinematográficos más importantes de la industria americana.
Ya en Estados Unidos trabaja en varias películas remarcables de su etapa muda, como Los peligros del flirt (The Marriage Circle, 1924), La frivolidad de una dama (Forbidden Paradise, 1924), La locura del charlestón (So This Is Paris, 1926), ó El príncipe estudiante (The Student Prince In Old Heidelberg, 1927), donde se especializa en la comedia sofisticada, cada vez más refinada hacia el final de su etapa muda. Sus famosos guiones llenos de enredos sentimentales y flirteos amorosos, adquieren un tono más persuasivo, paradójicamente con el final del cine silente y la llegada del cine sonoro. Sin embargo, sus primeros films sonoros son en su totalidad, prácticamente musicales. Con lo cual, y tras bajar el telón del mudo, Lubitsch debe reinventar de nuevo su talento hacia el nuevo telón del cine musical, al tiempo que su genialidad hacia los diálogos y el ritmo narrativo, con resultados más que notables en obras tan interesantes como Amor eterno (Eternal Love) y El desfile del amor (The Love Parade), ambas realizadas en 1929.
Sin embargo, el legado más importante de la filmografía de Lubitsch anterior a la Segunda Guerra Mundial, llegaría de la mano de obras como Si yo tuviera un millón (If I Had A Million, 1932), Una mujer para dos (Design for living, 1932), La viuda alegre (The Merry Widow, 1934), La octava mujer de Barba Azul (Bluebeard's eighth wife, 1938), ó la magnífica Ninotchka (1939), protagonizada por una extraordinaria Gerta Garbo, debutante en la comedia. Ninotchka parece ser premonitoria de la sátira política reflejada en la posterior Ser o no Ser (To Be or Not to Be, 1942). Durante este periodo el nombre de Lubitsch sería muy admirado por su ágil narración, sentido de la elipsis, sutil ironía y sugerente erotismo con el que perfilaba sus películas. Tanto que, entre colegas de profesión, se le atribuyó un característico nombre al conjunto de cualidades con las que sazonaba sus guiones y puesta en escena; el famoso “toque Lubitsch”.
Pero, ¿Qué es el “toque Lubitsch”?. La eterna pregunta sin respuesta firme entre tantos admiradores e historiadores del genial berlinés. De nuevo, Billy Wilder, su más genial discípulo, y en cuyo despacho se dice que estuvo colgado durante años un cartel con la frase “¿Cómo lo haría Lubitsch?”, afirmaba a propósito del “toque Lubitsch”:
“Era el uso elegante de la superbroma. Uno tenía una broma, y con eso bastaba, pero luego había otra broma aún mayor por encima de ella”.
Lubitsch, que admiraba el cine de otros cineastas de su generación como Charles Chaplin o el sueco Mauritz Stiller, a su llegada a la industria americana, absorbería de estos y de otros muchos, su talento para la sugestión, refinando el suyo propio. Todo ello, unido a su trabajo en Berlín con su personal puesta en escena, su paso por el musical y sus geniales guiones de enredos, desembocarían finalmente en el conocido “toque Lubitsch”, indestructible arma contra la censura, en el que sólo hay que mostrar un 2 por un lado y otro 2 por otro lado, para que la suma sea evidente en el espectador, sin necesidad de mostrar ningún número más, y mucho menos un 4. Sin embargo, y para hacernos una idea, en el cine de Lubitsch, un 2+2, siempre va seguido de un 4+4, en lo que Wilder llamaba la superbroma, una sucesión de gags in crescendo, que se alimentan sugestivamente unos de otros. Con lo cual, el ritmo y sucesión de gags es interminable. Todo ello con una elegancia en la puesta en escena y un erotismo latente, estudiado durante años por muchos, y que nadie parece haber conseguido igualar.
Todo ello, tendría su máximo exponente en la cúspide del talento creativo de Lubitsch, en Ser o no Ser, la película de 1942 que presentamos hoy, en el ciclo dedicado a "La Sátira en Guerra”, y que comprende otros títulos como El Gran Dictador (The Great Dictator, 1940) de Charles Chaplin, Teléfono Rojo. Volamos hacia Moscú (Dr.Strangelove, 1964) de Stanley Kubrick, y M.A.S.H.(1970) de Robert Altman.
Y es muy importante resaltar el año de la producción de Ser o no Ser, 1941, y el de su estreno, 1942, puesto que, sin duda, es la película en “tiempo real”, más satírica sobre el nazismo y la invasión de Polonia. Ser o no Ser es un film bastante atípico dentro de lo que venía siendo habitual en la filmografía de Lubitsch, ligeramente precedido en su contexto de sarcasmo político por Ninotchka, realizada en 1939. Film atípico, por su evidente carácter de propaganda antinazi, y por sus escenas dramáticas, aunque contadas, algo inusual en la etapa americana del cineasta berlinés. Sin embargo, aunque con la mano tendida por parte del productor Alexander Korda, la censura era más que posible, sobre todo, e irónicamente, en el terreno del flirteo amoroso, en una sociedad americana en Guerra, cuyos principios morales se cimentaban sobre su imagen de la familia y el matrimonio. Lubitsch consigue voltear de manera incensurable todos estos valores anquilosados de la moral norteamericana, siempre acrecentada en estados bélicos. Y lo consigue con su magnífico “toque” y un sutilísimo uso de la elipsis narrativa.
En Ser o no Ser, la compañía del teatro “Polski” de Varsovia liderada por el “gran, gran” Joseph Tura (Jack Benny) y su esposa, María Tura (Carole Lombard) , también famosa actriz de la capital polonesa, interpreta la obra “GESTAPO”, una parodia sobre el nazismo y su servicio secreto. En el grupo de teatro judío, se encuentran los actores Bronski (Tom Dugan), con un asombroso parecido con el Führer, y Greenberg (Félix Bressart), que sueña con interpretar el monólogo de Shylock en “El mercader de Venecia” de Shakespeare, y que finalmente logra interpretar frente al mismísimo Hitler –al menos, en el fondo, pues realmente es su compañero Bronski– en el desenlace del film. En la compañía de teatro, el sufrido director escénico intenta constantemente bajar los humos de sus vanidosos actores, en una sucesión de gags al más puro estilo cómico de Lubitsch. Sin embargo, la broma es más ácida y desternillante, tras comprobar que la supuesta sobreactuación de sus actores no lo es tanto en la piel de los miembros reales de la GESTAPO. Tras la censura de la obra, la compañía se ve relegada a representar sólo la obra paralela en marcha, “Hamlet” de Shakespeare, donde el largo monólogo que interpreta en el papel de Hamlet, Joseph Tura, es aprovechado por su mujer para flirtear con un joven aviador del ejército polaco, Sobinski (Robert Stack). A partir de esta presentación, y tras la invasión de Varsovia por los nazis, Lubitsch se recrea en las hilarantes situaciones al entrar en conflicto con la propia GESTAPO, los tres implicados en el enredo sentimental, jugando con las prioridades de los protagonistas, que anteponen sus relaciones al conflicto bélico en la mayoría de ocasiones, consiguiendo con ello, Lubitsch, uno más de los sutiles propósitos del film, plasmando su desprecio a los invasores y las amenazas del nazismo. El papel de los cómicos en la resistencia se torna necesario tras descubrir los planes del traidor profesor Siletzsky (Stanley Ridges) dentro del partido nazi. A partir de aquí, se suceden los momentos más brillantes del film, en la delgada línea mostrada persuasivamente por Lubitsch en el intercambio de identidades entre actores y miembros de la GESTAPO, en un ritmo imparable de míticas secuencias, entre las que se incluyen las interpretaciones de Joseph Tura parodiando al propio profesor Siletzky o al irritante coronel Ehrhardt (Sig Ruman), con su constante desvío de responsabilidad a su subordinado capitán Schultz (Henry Victor) -otro apunte de ingeniosa sátira disfrazada de comedia sobre la realidad de la jerarquía nazi- , hasta la llegada del Führer a Varsovia que aprovechan los actores, para mezclarse entre los nazis y huir finalmente a Inglaterra.
La sucesión de secuencias en Ser o no Ser, es una auténtica pieza de orfebrería. Partiendo de la división clásica del film en tres actos, existen un prólogo antes de la invasión nazi de Varsovia, la explosión del conflicto bélico (en la cúspide del sentido del gag de Lubitsch, con multitud de interacciones entre personajes en sentido de espiral) y el desenlace en la huida a Inglaterra de los actores. Ya desde el prólogo asistimos a la presentación de los protagonistas en una sucesión de varios de los mejores gags de la película, como auténtica declaración de principios cómicos bañados con el “toque Lubitsch”.
Desde la primera secuencia, con la presentación de Hitler en Varsovia antes de la invasión nazi, hasta la presentación de los protagonistas como actores del grupo de teatro, concluye un primer juego de presentaciones donde se hace alusión a lo ficticio como sombra de lo real, y que más tarde completarían personajes como el del coronel Ehrhardt, al “reinterpretar” su propio papel, exactamente igual al interpretado por Joseph Tura anteriormente. Lubitsch juega constantemente durante la primera mitad con la relación entre la personalidad de los actores y la de sus interpretaciones, cuya fusión de vanidades y antojos desembocan en las situaciones más hilarantes del film. Lubitsch, con su toque como única arma consigue deducir un lógico comportamiento de la jerarquía nazi, y lo consigue despejando elementos como si de una ecuación matemática se tratase. Así, los dos frentes de la película, el grupo de actores y los invasores nazis, entraran en conflicto a través de la parodia de las vanidades de ambos, y la desestabilización del supuesto orden moral de unos y del orden jerárquico de otros hacia el espectador. Sin embargo, en el elaborado guión de Ser o no Ser, se omite continuamente la desviación dramática del momento histórico; algo que irritó posteriormente a cierto sector de la población judía. Pero, Lubitsch no necesitaba de esas armas, y la tragedia es tan deducible como sus elaborados gags.
Mención aparte al fabuloso reparto de Ser o no Ser, encabezado por la pareja que interpreta al matrimonio Tura, Jack Benny y Carole Lombard, asistidos por unos secundarios de lujo como Robert Stack o Sig Ruman. La magnífica pareja que da vida al vanidoso matrimonio de actores, los Tura, es uno de los mayores atractivos de la película con su vital representación sobre la rutina diaria en un matrimonio de famosos actores, con sus virtudes y defectos, flirteos y celos.
Jack Benny es el actor Joseph Tura. Arriba lo vemos interpretando a Hamlet y suplantando al Coronel Ehrhardt y al Profesor Siletzsky. |
Es especialmente deliciosa la interpretación de la fabulosa Carole Lombard, desde su primera puesta en escena con un sofisticado vestido de noche hasta el último plano de la película.
Desgraciadamente, Carole Lombard, -casada en la vida real con Clark Gable, con una fulgurante carrera por delante-, sufriría un trágico accidente de avión, en el que fallecería junto a sus padres y el resto de tripulación, meses antes del estreno de la película, el 16 de Enero de 1942, a la edad de 33 años.
Tras el inesperado accidente que costaría la vida de la extraordinaría actriz, Lubitsch se vió obligado a rectificar una línea del montaje original, excluyendo de una de las escenas de flirteo entre Maria Tura y el teniente Sobinski, una inoportuna línea en la que Lombard expresaba irónicamente frente al joven aviador:
"¿Qué te puede pasar en un avión?"
Tras casi 70 años después de su estreno, Ser o no Ser mantiene intacta toda su capacidad de sugestión y continúa siendo una de las referencias cómicas más estudiadas de la Historia del Cine. El “toque Lubitsch” conserva toda la frescura con su sentido del humor sofisticado de elegantes elipsis narrativas y sutiles puestas en escena. Un arma que continúa siendo invencible ante el continuo intento de perversión de la sugestión cinematográfica, incapaz de luchar de frente ante lo evidente. Lubitsch, un adelantado en el tiempo, cuyo “toque” esta aún por descifrar, tras la máscara de sus comedias sofisticadas.
Entre nosotros, y con todos los respetos al señor Wilder, Lubitsch existe… mejor aún, sus películas existen.
Javier Ballesteros
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Diálogos del video:
Todo empezó en el cuartel de la Gestapo, en Berlín...
- ¡Heil Hitler!
- ¡Heil (bosteza) Hitler!¡Heil!
- Coronel,
tenemos aquí a Wilhem Cunsac. Si quiere usted examinar su expediente. Espero que
hable.
- Será mejor para él. ¡Hágale pasar!
- Sí, señor.
- ¡Wilhen
Cunsac! (repiten su nombre en el pasillo)
- (Entra un niño) ¡Heil Hitler!
- (repiten ambos al unísono) ¡Heil Hitler!
- ¡Ja, ja, ja! Tengo
entendido que quieres una caja de colores para jugar, ¿eh?
- Sí, mi padre me
ha prometido una si sacaba buenas notas.
- Pero nuestro Führer se ha
enterado de tus buenas notas y me pidió regalarte justo lo que querías.
- ¡Heil Hitler!
- ¡Heil Hitler!
- ¡Heil Hitler!
- ¡Ja, ja, ja!¿Le vas
a contar a tu padre quien te lo ha regalado, verdad?
- Claro, nuestro Führer.
- Entonces, el querrá un poco más a nuestro Führer, ¿verdad?
- ¡Seguro!
- A él no le gusta nada, ¿verdad, Wilhem?
- No, no le gusta.
- Y a veces, incluso cuenta cosas graciosas sobre él, ¿verdad?
- Sólo me
ha dicho que a un Brandi le pusieron de nombre Napoleón, a unos arenques el de
Bismarck y que acabarán dándole su nombre a...
- A un queso
- ¡Sí!
- ¿Usted cómo lo sabe?
- Bueno...es una deducción natural.
- ¿Una
deducción natural?
- Bueno, yo... espero que no me malinterprete. Yo
coronel, siempre he sido... verá, espero que usted no dude de mí.¡Heil Hitler!
- ¡Heil Hitler!
- ¡HeilHitler!
(Fuera de la habitación se escucha
“¡Heil Hitler!”. Se abre la puerta y anuncian “¡El Führer!”)
- ¡Heil Hitler!
Exclaman los tres a la vez.
- ¡Heil yo mismo!...
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Más cartelera.
Cartelera y carátulas de dvd diversas. Abajo a la izquierda el cartel promocional de una obra de teatro española basada en la película. |
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