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Tres Colores: Azul de Krzysztof Kieslowski

Ficha técnica y sinopsis. Portada del programa de mano.

“En cierta manera, el amor es contradictorio con respecto a la libertad. Si amamos, dejamos de ser libres, nos volvemos dependientes de la persona que amamos” (…) “La libertad es imposible. Aspiramos a la libertad, pero no la conseguimos”.

Krzysztof Kieslowski a la revista "Positif".


   Impactante desde todos los puntos de vista, Tres Colores: Azul (Trois Couleurs: Bleu, 1993), significó la presentación internacional de una obra cumbre en la cinematografía europea, la trilogía Tres Colores de un cineasta irrepetible: Krzysztof Kieslowski.

     Dos años después de la delicada La Doble Vida de Verónica (La Double Vie de Véronique, 1991), Kieslowski entregó al mundo la primera de las tres películas de la trilogía. Una obra sublime, capaz de sobrepasar los límites de lo conocido sobre la expresión emotiva en el cine, tan sólo al alcance de muy pocos cineastas.

Julie, protagonista de "Tres Colores: Azul", en una de las mejores interpretaciones de Juliette Binoche.

     ¿Cuál es el motivo principal de Azul? Puede resultar muy sencillo aplicar simplemente la respuesta a la idea parcialmente comercial de su exhibición, la idea de Libertad dentro de los ideales revolucionarios de la bandera francesa. Sin embargo, esta idea es constante en toda la filmografía del cineasta polaco, y sencillamente, parece un mero punto de partida en el complicado entresijo de emociones y conceptos que surgen de un film tan denso como Azul. Quien se acerque al film buscando una idea arcaica sobre la Libertad, no encontrará respuestas, pues la multitud de conexiones implícitas y explicitas de dicha idea con toda la red de emociones expuestas en Azul, se antojan indescifrables. Posiblemente esa fuera la intención del propio Kieslowski, quién no parecía admitir intenciones metafóricas en su cine, sino más bien alegóricas o unidas a la “libre” obertura desde lo más profundo del significado de cada detalle hacia el espectador comprometido y atento; un espectador en el que Kieslowski confiaba su atención guiado por las emociones puras y sentimientos universales. Es probable que el secreto del cine de Kieslowski se base precisamente en esas conexiones universales de difícil expresión, alejado de conceptos meramente físicos. Su cine, comprende un universo mucho más abierto a los límites de la física, el tiempo y del espacio, pues los elementos que en él intervienen son continuamente repetidos temporal y espacialmente sin razón cartesiana aparente, y sin embargo, son elementos intensamente familiares al espectador.
     Hablamos, pues, de un cineasta capaz de retratar en pantalla lo inexplicable, lo más profundo de las emociones humanas y de sus relaciones de causa-efecto desde lo particular a lo universal.

La impactante puesta en escena de "Azul", con secuencias absolutamente impregnadas del color en su uso más evocador del estado anímico y psicológico de su protagonista
 
     En el caso de la trilogía Tres Colores, Kieslowski lo consigue a través del primer principio cinematográfico, la persistencia retiniana, con su liminal uso de las repeticiones, y un medido sentido del detalle en los personajes y elementos en el tiempo. Y, evidentemente en el uso del color, y las diversas teorías de la Gestalt sobre la percepción de los colores.
     En el caso del color Azul, la descripción de su percepción emotiva sería la siguiente:
“Azul: Es el más frío de los colores, de débil luminosidad, en consecuencia, acentúa el dinamismo de los colores cálidos y, por tanto, es elegido a menudo como fondo para el contraste con los detalles predominantes de gran colorido. Da impresión de dulzura, encontrándose frecuentemente asociado a ideas maravillosas, inaccesibles. El azul simboliza la lealtad, la honradez, fidelidad, así como el ideal, el sueño.”
     Sin embargo, si el azul saturado es relajado perceptivamente por el blanco y el verde:
“El azul claro simboliza la fe, lo vivo, la virtud. Es profundo, femenino y relajante. Es el preferido de los adultos. Despierta recuerdos de la infancia. Está emparentado con la interioridad, con la vida espiritual. Es calmo, pero no a la manera del verde. La profundidad celestial.”
Krzysztof Kieslowski consigue enlazar las emociones evocadas desde el uso liminal del color azul en pantalla con las emociones persistentes en nuestras experiencias, memoria individual y acciones colectivas. Progresivamente a lo largo del film, ambas relaciones sensoriales interactúan en el espectador a partir del relato ofrecido como interlocutor al detalle.
     Sólo al final del relato la unión de ambos caminos sensitivos resulta evidente: las esperadas lágrimas de Julie (Juliette Binoche) y su esbozo de sonrisa se funden en tonos azules claros con ligeros tintes verdosos y un bellísimo reflejo de las hojas de árboles a través del cristal, en un emotivo primer plano final que parece evocar a otros maestros de lo trascendental como Carl Theodor Dreyer y Andrei Tarkovski.

Uno de los planos más bellos de "Azul" en la secuencia final de la película, con muchos de los elementos habituales de Kieslowski en la composición como la mirada a través de cristales, los reflejos o el extraordinario uso del primer plano y el color.

     Azul, por lo tanto, es uno de los más bellos ejemplos del excepcional uso del color en el cine, como reflejo del dolor, duelo, indiferencia, frialdad, fidelidad, idealismo y sueño, hasta su transición poética hacia la virtud, la vitalidad, la fe y la profundidad espiritual del relato.

     Metafísica aparte, Tres Colores: Azul se compone de varias de las ideas y elementos repetidos constantemente en la filmografía de Kieslowski, en su versión más pulida. Elementos universales como el destino, el azar, la causalidad, el amor, la muerte, la justicia y responsabilidad, esta vez, conectados particularmente con los motivos principales de la trilogía, los ideales revolucionarios sobre la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, y su relación contemporánea en la sociedad occidental moderna, con la base francesa como simple detonante. A mi parecer, el reflejo de estos ideales en toda la trilogía es de muy controvertida puesta en escena, con momentos de claro pesimismo y evidente misantropía, mezclados con otros abiertamente esperanzadores y de continuidad fraternal.

     En Tres Colores, Kieslowski duda constantemente del valor actual y continuidad de los ideales revolucionarios franceses: Libertad, Igualdad y Fraternidad. En el caso de Azul, la idea de Libertad queda abiertamente ensombrecida por la frágil línea que separa los actos responsables o no de la cultura occidental en particular, con la relación causa-efecto entre la sociedad y sus actos derivados de un estado emocional, de individual a colectivo, desde elementos como el amor hasta la responsabilidad social.

     Azul relata la historia del duelo de Julie, tras perder a su hija Anna de cinco años y a su marido Patrice, un aclamado compositor, en un fatídico accidente de tráfico al que ella sobrevive. A Patrice de Courzy, le habían asignado la composición de un nuevo Himno Europeo, el “Concierto para la unificación de Europa”, destinado a estrenarse, en un de los actos conmemorativos del Tratado de Maastrich de 1992, con la interpretación exclusiva de 12 orquestas sinfónicas de cada uno de los 12 componentes de la Unión Europea. La obra inacabada se transforma en uno de los símbolos protagonistas de todo el film. El sentido incompleto de la obra sintoniza simbólicamente con la ausencia emotiva de Julie en su indiferencia al mundo exterior; el duelo individual de Julie se universaliza a través de la composición sin finalizar. Paradójicamente, la impotencia personal de Julie parece sublevarse en indiferente actitud ante su potencial único para la finalización de la obra incompleta de su marido, en uno de los ejes principales, nexo de lo particular con lo universal de todo el film.

El duelo personal de Julie, auténtico motor simbólico de "Azul" con el controvertido retrato de la idea de Libertad individual y colectiva.
 
     El complejo retrato de la idea de Libertad en Azul, tiene, por lo tanto, varias lecturas desde diferentes angulos. Una de ellas es la idea surgida de la cita inicial de este texto, del propio Kieslowski, alrededor de la idea del Amor como aspiración de Libertad y su contradictoria naturaleza simbiótica con la propia Idea de Libertad. El ser individual elige amar pese a la pérdida de su propia Libertad en favor de la dependencia; la pérdida de lo amado, de lo individual a lo colectivo -reflejado en la no finalización de la composición ante la pérdida de su creador-, es motivo suficiente para este reflejo contradictorio sobre la idea de Libertad para Kieslowski en Azul. Motivo, alegóricamente retratado en la historia de Julie y su dilema entre el dolor, la muerte y la indiferencia, frente a la esperanza, la vida y la responsabilidad de terminar lo iniciado.

     Así pues, los paralelismos narrativos y simbólicos a partir de este eje individual-colectivo, son evidentes. Tras el accidente, Julie intentará, por ejemplo, terminar con su vida y con los originales de la partitura de su marido; intentará conservar la idea de fidelidad sobre su marido y sobre la idea de inspiración artística –magistralmente simbólica en la figura del música callejero-, intentará conservar su ideal sobre la familia y su desestructuración –parcialmente reflejada con la aparición de la amante de su marido, y muy alegóricamente con la escena de los ratones en el apartamento-. Todas estas acciones, impulsos e ideales se verán frustrados por elementos internos o externos a Julie. En ocasiones, el azar y en ocasiones la causalidad o el destino.

     Julie está destinada a finalizar la obra de su marido, una obra de carácter esperanzador, renovador, vital y universal que debe continuar desde la inspiración emotiva de una persona indiferente. Es la Idea desestructurada de la Libertad personal ante la colectiva. La Idea de la Libertad, incluso más íntima y personal está, pues, desvirtuada completamente.

El magistral uso del color azul en los objetos relacionados con Julie y su familia, el dolor por la pérdida y el estado de negación.


     Sin embargo, otros de los elementos constantes el la carrera de Kieslowski, la redención, la fe y la sensibilidad espiritual o trascendental, aumentan su protagonismo paulatinamente en el relato, hasta desembocar en la secuencia final. El personaje que más connotaciones espirituales o premonitorias parece ofrecer en el camino de Julie, es el de Olivier (Benoít Règent), cuyo amor hacia Julie y su pasión por la música y la obra inacabada de su desparecido compañero, son los elementos redentores de la indiferencia de Julie. Por otro lado, el elemento del crucifijo que recoge el chico tras el accidente, contiene simbologías más ambiguas; por un lado parece significar la pérdida de la fe por parte de Julie y el encuentro del joven con la misma. Sin embargo, tras observar el mismo crucifijo en la amante de Patrice, la fe parece tener posibilidades en Julie, y tras la escena final con el primer plano de Julie frente a la ventana y de la breve aparición del chico con el crucifijo, parecen abrirse las puertas a esta posibilidad.

     Olivier también representa la elección de continuidad; la elección por el Azul claro. También simboliza al tiempo la idea de Libertad colectiva, a través de la idea de “libre elección” de la sociedad para optar por la continuidad de la obra, que perseguirá constantemente, a pesar de su fidelidad hacia Julie como amante y de su fidelidad hacia su talento creativo. Olivier no dudará a la hora de tratar de desencantar a Julie sobre las ideas que la mantienen encerrada en su mundo virtual, para alejarla de su duelo lo antes posible. Por otro lado, otro de los personajes secundarios mejor retratados en la película es el de la joven prostituta y su relación con Julie. La joven simboliza para Julie la posibilidad de la libre elección y la pérdida de los valores hipócritas.

     Tras mostrar Olivier unas comprometedoras fotos en la televisión sobre la vida adultera de Patrice, y tras aceptar Julie la relación de éste con su amante, se advierte la desestructuración de muchos de sus ideales. Su ideal del amor, de la familia y finalmente de la Libertad individual y colectiva, accediendo al amor de Olivier y a la finalización de la obra rescatada por éste, donando su casa familiar al futuro hijo póstumo de su marido y a su amante, y por lo tanto, a la libre elección popular de continuidad y esperanza.

     La relación entre Azul y el resto de la trilogía contiene varios guiños al resto de películas que ya se encontraban en preproducción. Y, en el caso de la secuencia en el juzgado, en plena producción, pues el cameo ínfimo de los dos protagonistas de Blanco en la película, es una más de las muestras sobre la detallada producción de la trilogía y de la inquietud de Kieslowski por los cruces interdireccionales entre todos los protagonistas de la trilogía, como reflejo del paralelismo y relaciones de causa-efecto en todas sus historias. Asimismo, en una muestra más de la conexión vital entre su filmografía tan característica en Kieslowski, el director polaco revisita uno de sus mejores trabajos en Polonia, Sin Fin (Bez konca, 1985), no sólo por los paralelismos en el guión, con la muerte inicial del marido de la protaginista al igual que en Azul, sino también por homenajes tan evidentes como cuando se escucha el tema principal de Sin Fin en el funeral del marido de Julie.

     La impactante puesta en escena, evidentemente impregnada de Azul, fue sutilmente detallada por Kieslowski, con un uso muy específico en su trato en elementos de la naturaleza o motivos físicos. Desde la habitación de la casa familiar, habitáculo de inspiración de Patrice, hasta los caramelos de la niña y la omnipresente lámpara de cristales, todo de color Azul oscuro, tono principal que simboliza la anterior vida familiar de Julie y su duelo por la separación de objetos y lugares relacionados. Especialmente impactante, es la secuencia de la piscina donde un poderoso Azul oscuro impregna toda la imagen, con el reflejo psicológico de Julie ante sus propias emociones en la piscina, la composición de su marido sonando de fondo, y la final inmersión en el agua de Julie en posición fetal, luchando ante la inmensidad de las emociones y del duelo; una de las escenas más logradas de la filmografía del director polaco. Y especialmente simbólicos, son muchos de los detallados primeros planos ligeramente prolongados, como en la famosa escena del terrón de azúcar impregnándose de café o la escena donde Julie desliza s puño sobre una pared de piedra; indiferencia y dolor. Con estos detalles simbólicos, Kieslowski consigue plasmar en pantalla emociones de difícil expresión literaria.

Un primer plano de un terrón de azucar impregandose de café durante unos pocos segundos hasta caer y derramar la taza. La indiferencia de Julie ante lo que le rodea detallada simbólicamente en uno de los sutiles primeros planos de "Azul".


     Mención aparte merece la extraordinaria banda sonora compuesta por Zbigniew Preisner, en otra más de las muestras del magistral uso de la música en la puesta en escena de la filmografía de Kieslowski junto a Preisner. Uno de los momentos más recordados de la banda sonora de Azul como protagonista omnipresente, es cuando Julie evoca la partitura escrita mediante primerísimos planos de sus manos siguiendo las notas, o en la recomposición de la partitura junto a Olivier. Pero es, sin duda, la secuencia final, que une a todos los protagonistas a partir de la composición final de Julie, la más impresionante.


Trailer de "Tres Colores:Azul (Trois Couleurs: Bleu, 1993)"


     Tres Colores: Azul es la obra de un genio. Un cineasta comprometido, capaz de poner tela juicio los ideales más asimilados por la sociedad moderna, a través de la experiencia única de su mirada al interior del alma humana.