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El año pasado en Marienbad de Alain Resnais

Ficha técnica y sinopsis. Portada del programa de mano.

“ Todavía no sentimos montar los recuerdos, esa necesidad de inventariar el pasado que crece con la soledad y el hastío.”

Julio Cortázar,  en el cuento “Historia con Migalas”


    Y es que, tal vez, nunca hemos sido, ni seremos, capaces de sentir el montaje de nuestros recuerdos, al menos, en un estado de vigilia tradicional.

Un estado de vigilia inquebrantable en el séptimo arte, muy a pesar de los intentos del dadaísmo y surrealismo, vencido definitivamente con la deseada aparición de un film como El año pasado en Marienbad (L'annèe dernière à Marienbad), en 1961, tan determinante en el definitivo impulso hacia la modernidad del arte cinematográfico.

El año pasado en Marienbad es, tal vez, un pretencioso ejercicio en la reinvención de la narrativa lineal tradicional, al cual, sin embargo y paradójicamente, el tiempo parece darle la razón. Indescifrable y enigmática, de atrevida entrada y complicada salida, esta laberíntica odisea revolucionaria del tiempo y el espacio cinematográfico, fue orquestada por Alain Resnais y perfilada por la pluma del escritor y guionista Alain Robbe-Grillet.

Todo comienza a mediados de los 50. El “Nouveau Roman”, una controvertida y novedosa corriente editorial en Francia, trata de reinventar la novela tradicional. Se cuestiona la narración, la trama, la psicología de los personajes, a favor de nuevos planteamientos sobre la tradicional estructura narrativa. Todo lo formalmente establecido hasta entonces, es constantemente cuestionado en la pluma de los jóvenes representantes de esta tendencia modernista. Entre los representantes de esta tendencia, se encontraba Alain Robbe-Grillet, ingeniero agrónomo en el momento de publicar su primera novela, y cuyo encuentro con el cineasta Alain Resnais, quien hasta entonces tan sólo tenía un largometraje en su filmografía, desembocaría de una forma prácticamente sinérgica en la creación de una obra cumbre como El año pasado en Marienbad, auténtico punto de inflexión hacia la modernidad cinematográfica.

Alain Robbe-Grillet, tan solo había publicado unas cuantas novelas antes de El año pasado, título original del guión entregado a Resnais. A pesar de ello, ente los títulos de estas novelas, podemos encontrar un asombroso muestreo de intenciones antes de fusionar todas sus pasiones en la elaboración del guión final; títulos como El mirón, La Celosía o En el laberinto. En todas ellas, personajes aletargados deambulan por mundos turbulentos poseídos por sus pasiones y maldiciones, arrastrados por el tiempo y el espacio de laberintos que parecen no terminar nunca. La desorientación del lector/espectador es clave tanto en el Marienbad escrito, como en el filmado.




El pictórico jardin de El año pasado en Marienbad, enmarcado en el recuerdo del protagonista en su obsesiva busqueda, donde solo los autómatas habitantes sugieren su sombra proyectada.

    
Aunque El año pasado en Marienbad fue magistralmente dirigida por Alain Resnais, cabe destacar el completo “decoupage” realizado por Robbe-Grillet en la realización del guión asumiendo incluso, prácticamente, la totalidad de la idea de montaje final del film, algo realmente digno de elogio, con unas tareas casi de dirección.

Sin embargo, la gestión del tiempo y del espacio, la recreación de la memoria y sus tormentos, el relato emotivo y paciente, así como la omnipresencia del eterno retorno, compulsivo y obsesivo, casi enfermizo, solo puede ser adjudicado por completo a la genialidad del cineasta moderno total, Alain Resnais. Anteriormente a El año pasado en Marienbad, en sus exitosos cortometrajes y documentales, Alain Resnais había hecho gala de toda su maestría en el uso de los tiempos y espacios narrativos. Entre ellos, los documentales sobre los pintores Van Gogh y Gauguin, o los evocadores de la memoria histórica – piedra angular de su filmografía – que supo retratar como nadie en Guernica o el famoso documental sobre los campos de concentración nazis, Noche y niebla, realizado en 1955.

En 1959, con Hiroshima Mon Amour, consigue ya en su primer largometraje sacudir los cimientos de la narrativa cinematográfica, al incluir escenas documentales sobre la tragedia atómica en Hiroshima, yuxtapuestas a una historia de adulterio, tan sensual como atormentada. Fue con Hiroshima mon amour, bajo el fabuloso guión de Marguerite Durás, cuando Alain Resnais se presentaba por primera vez como un auténtico revolucionario, mesías del cine moderno europeo.

Si en Hiroshima mon Amour la deshumanización es protagonista, víctima de la locura colectiva en tiempos de Guerra, en El año pasado en Marienbad, realizada dos años después, la alienación y automatismo son los nuevos ejes narrativos, presos de la resignación hacia el deseo; hacia el sentimiento emotivo. Los personajes ambulantes por el barroco y poliédrico hotel descrito en Marienbad, parecen circular sin sentido, viajando una y otra vez sin remisión, hacia el mas absoluto vacío. Son presos de una enfermedad social, contagiosa y sin salida. Algo que cineastas como Luis Buñuel (El ángel Exterminador) o Stanley Kubrick (El resplandor) han logrado plasmar magistralmente en pantalla. En el caso de Kubrick, es sabida su feroz admiración por el film de Resnais, tanto que su película El Resplandor (The Shining, 1980) puede considerarse casi un remake de algunas de las escenas más memorables en El año pasado en Marienbad; los interminables pasillos, travellings laberínticos y el automatismo fantasmagórico de los habitantes del hotel en El Resplandor son idea original del genial Alain Resnais. Actualmente, este mismo año, Christopher Nolan estrenaba con Origen (Inception, 2010) otra vuelta de tuerca a la influyente estética y narrativa de Marienbad; en este caso, con la dualidad de lo real y la posibilidad de lo irreal en el retrato antipositivista del onírico relato, tintado de romance y recuerdo, tan propio del film que hoy proponemos.


Cartelería diversa.

    

En Marienbad, lugar elegido como espacio del relato al azar, y cuya existencia es puesta en tela de juicio, al igual que la totalidad de lo mostrado en el film, los tres personajes protagonistas parecen reflejar como hechizados su tensión en el barroco y especular escenario del film. Los anónimos protagonistas son X, interpretado por Giorgio Albertazzi, un extraño conductor de la narración en su obsesivo intento por hacer recordar su relación amorosa con A, la sensual Delphine Seyrig, que a su vez, esta casada con M, un inquietante personaje interpretado por Sacha Pitoeff. De ellos tres, tan sólo X parece encaminado a controlar el hechizo amnésico al que están sometidos, en su incansable búsqueda del control de la ficción en lo real, incluso en el propio relato, y su extrapolación cinematográfica. El enigmático montaje del film cuestiona cualquier relación espacio-temporal; X finalmente parece ser capaz de contagiar su poder manipulador del montaje a A, cuyo despertar emocional es una de las secuencias más recordadas, en uno de los momentos de mayor interacción cinematográfica, entre la realidad en su oposición al artificio del montaje. El propio espacio fílmico es puesto en tela de juicio, bajo la omnipresente posición de Resnais y Robbe-Grillet. Diferentes juegos de estrategia en el relato y en la composición, se suceden arrítmicamente. Juegos de cartas, como el NIM, donde siempre parece ganar el que lo comienza, en un relato con tres vértices constantes, tanto en su geometría visual, como en sus infinitos puntos de fuga en la composición del barroco hotel, sus personajes, sus trajes, sombras y jardines, así como en la totalidad de la narración.

Los intrigantes personajes secundarios, animados por extraños mecanismos que parecen imitar unos de otros, son de una sobriedad absoluta. Con una sublime y superficial ironía, Robbe-Grillet y Resnais sumergen a los habitantes del hotel en un estado amnésico y trivial, carentes de toda emotividad y valor. Todo ello, con resonancias de la literatura de Joyce, Kafka y Proust, del cine de Buñuel y los surrealistas, en un matemático y geométrico espacio rectangular. Los números impares son protagonistas, tanto en los vértices del espacio como en el propio relato dramático.

Un relato donde las relaciones interpersonales, sentimentales o emocionales, parecen aspirar eternamente a un número impar.



Aviso de la época de estreno sobre El año pasado en Marienbad con el eslogan:
 "Es la película del mañana hecha por un realizador de hoy".


El año pasado en Marienbad es uno de esos films con eternas interrogantes, capaz de no dejar indiferentes a los que se atreven a adentrarse en sus laberínticos pasillos y habitaciones. Es, sin duda, una de las obras cinematográficas mejor terminadas y más influyentes de la Historia del Cine, ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia de 1961. Obra cumbre del cine moderno.


Javier Ballesteros


Trailer promocional del ciclo "Laberintos del subconsciente"

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