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El beso mortal de Robert Aldrich.

Ficha técnica y sinopsis. Portada del programa de mano.



“…El beso mortal llega al final del periodo y es la obra maestra del cine negro…"
Paul Schrader. Notes on film noir. 1971.

Al margen de que una película pueda, casualmente, aparecer en una época determinada, siempre existen producciones que realmente nacen de los conflictos, la mentalidad, las inquietudes, y las visiones de un periodo. Para aclararnos en lenguaje utilizamos una especie de gentilicio histórico como puede ser “ochentera”, “sesentera” o, el que valdría en este caso; “cincuentera”, referido a la esencia más enigmática, pavorosa y visionaria de la década de “los 50s” y su trascendencia. Este intrigante periodo construido sobre las semillas de la paranoia política, el miedo a la aniquilación atómica, la histeria anti-comunista y la complacencia Eisenhoweriana, son, de forma reiterada, parte de la condición del cine de los cincuenta. Algunos géneros, por supuesto, se volvieron más susceptibles que otros a estas interpretaciones: las películas de ciencia ficción y terror, en particular, llegaron a ser las mas afectadas por este tipo de lecturas, pero el cine negro no se queda atrás y es otro grupo que también se asocia con la mentalidad de “guerra fría” de los años cincuenta. A pesar de que el noir (como se lo conoce en el extranjero) se estableció por primera vez durante los años de la guerra mundial con el lanzamiento de El halcón maltés (The Maltese Falcon, 1941) de John Huston, los críticos siempre se han visto intrigados por las permutaciones y perversiones que la posguerra a reflejado en el género, atribuyéndolas a estructuras cada vez más inestables de la economía estadounidense y su estado tradicional.

Cartelera diversa.

Robert Aldrich, basándose en una obra de ficción pulp-detectivesca del mismo nombre (best-seller, séptimo en su serie de once libros, escrito por Mickey Spillane en (1952), endeuda a El beso mortal (Kiss me deadly, 1955) con clásicos como El Halcón Maltés y el cine negro de manual tan aprovechado en los años 40. Realmente estamos de nuevo ante la búsqueda obsesiva de ese “elemento purificador” a través de un oscuro y expresionista submundo lleno de personajes retorcidos y corrompidos. Este elemento (que de halcón pueda pasar a una caja de Pandora u otras mil formas), que no podemos ni tocar ni alcanzar a ver en ningún momento, termina siendo una excusa que sirve como hilo conductor en el desarrollo de personajes; anti-héroes, mujeres fatales y pandilleros desprovistos de esperanza. Hitchcock definió este tipo de suspense en el que “todos” buscan “algo” como Macguffin:En historias de rufianes es un collar, y en historias de espías siempre son los documentos”, sin mas, un motor de avance para la trama y una idea que después podrían recoger Repo-Man de Alex Cox(1984), Pulp Fiction de Quentin Tarantino (1994) o Ronin de John Frankenheimer (1998) así como muchísimos seriales.

Pero no solo por hacerse en los cincuenta y copiar a otros una película se hace mito. El Beso mortal de producción independiente y bajo presupuesto fue un ejemplo brillante para una ola inmediatamente posterior de críticos y cineastas tan entusiastas como revolucionarios, componentes de la Nouvelle Vague. Descubrieron que la imaginación de Robert Aldrich mientras concebía su obra no tenía límites. Se adelantaba descaradamente a la visión del cine de estudio que imperaba.

Trailer original de El beso mortal.

Se suele utilizar muy superficialmente en cine la palabra tridimensional, pero a la hora de definir el exquisito y bizarro trabajo de realización de El beso mortal el término calza perfectamente. Las escenas y planos poseen una técnica y una composición visual única y original que remueve los cimientos del género. Prueba positiva de que las películas “de género” podrían acomodar la más peculiar y la más personal de las visiones. Llena de planos detalles, desorientadores ángulos de cámara, juegos de sombras, con toda una magnífica inventiva en todas las escenas y siempre con una riqueza de profundidad de campo alcanzada por Aldrich y su director de fotografía, Ernest Laszlo, que nos dejan sin comparación alguna que nos valga de verdadera referencia.



Los prometedores primeros 10 minutos de "El beso mortal" de marcada tendencia "pulp", muy influyente de cineastas contemporáneos como Quentin Tarantino, con una excitante presentación de los títulos de crédito y golpes de violencia prematura en el montaje.



En conclusión, El beso mortal puede que sea la más definitiva, apocalíptica, extrema, y nihilísticamente negra película de “cine-negro-ciencia-ficción-serie-b” de todos los tiempos. Uno de esos clásicos de culto que exigen ser vistos con más razón conforme más tiempo pase de su estreno. Y si es en pantalla grande mucho mejor.

Antonio Cristóbal.