“La materia pura del cine es la vida. Es increíble que en un país que ha inspirado tanta pintura, música, y poesía no conmueva al cineasta. Éste, sólo tiene que mantener los ojos y las orejas abiertas. Dejémosle que lo haga.”
Satyajit Ray
Decía Satyajit Ray que la materia pura del cine es la vida...
Aparajito (El Invencible, 1957), segunda parte de la “trilogía de Apu”, conserva el hilo poético de su antecesora Pather Panchali (La canción del camino, 1955) sin llegar a igualarla, esta vez, a favor de un mayor peso melodramático.
Observador nato de la vida y de las gentes, Ray se esfuerza en Aparajito por conseguir un retrato costumbrista de la India y sus gentes en lo particular y del ser humano en lo universal. Es en Aparajito donde podemos ser conscientes por primera vez de la versatilidad cinematográfica de Satyajit Ray y de su maestra visión sobre el arte cinematográfico.
Si bien, la trilogía cuenta la historia de un niño hasta su madurez completa, en Aparajito y más adelante en Apur Sansar (El mundo de Apu, 1959), se nos presenta una madurez en todos los aspectos de la película. Tanto narrativamente como en su discurso profundo sobre el ser humano.
Y, es que, Satyajit Ray entendió el cine como un arte completo. En la “trilogía de Apu” se puede observar como va madurando la idea narrativa, al igual que el niño Apu madura hasta su edad adulta. Si nos fijamos, podemos comprobar como Pather Panchali esta relatada desde una perspectiva infantil en todos los sentidos, con poesía, como si la propia cámara fueran los ojos de un niño. Sin embargo, es con Aparajito, donde se exige un esfuerzo psicológico mas relevante respecto a la anterior película, tanto por los temas tratados como en su complexión visual.
La relación de la madre de Apu con el chico como el eje central de Aparajito. El dilema moral junto con el miedo a la pérdida y soledad de la madre de Apu, son relatados con maestría por un Satyajit Ray muy interesado en los personajes femeninos durante toda la trilogía.
En este caso, en Aparajito, nos encontramos con un niño preadolescente cuyos dilemas sociales y educativos hacía la edad madura son la base narrativa.
La sutilidad con la que Ray perfila a los personajes nos muestra, por ejemplo, la relación de la madre de Apu con el chico y su influencia clave en el eje central de la película. Es el personaje de su madre el de un mayor interés, a mi parecer, en esta segunda entrega de la trilogía.
Si en Pather Panchali no deja a nadie indiferente, en Aparajito Satyajit Ray desarrolló al máximo el personaje y su psicología, dotando al film de una complejidad moral debido a las múltiples lecturas de la relación con su hijo y su entorno. Nos damos cuenta en este punto de la inmensidad del cine de Ray. Aparajito es una película adelantada a su tiempo y quizá la mas infravalorada de la trilogía, injustamente.
Y esto es debido tal vez a la expectación creada tras Pather Panchali y su fabulosa poética visual. Despues de 3 años desde su finalización se aleja de la vertiente efectista del drama neorrealista para acercarse a un cine más documental, referente social de su tiempo.
Un adolescente Apu en su encuentro con el nuevo mundo y el progreso a su llegada a Calcuta.
Satyajit Ray afirmó durante una entrevista que tras leer la novela de Bibhutibhusan Bandyopadhyay, fue una frase en especial en un momento clave, que aparece hacia el final en esta segunda película pero que finalmente no pronuncia el protagonista, lo que le impulsó a la realización de la trilogía. La frase era “Soy libre”... Sorprendentemente, es de una ambigüedad muy interesante debido al momento en el que sucede ya que ese momento clave, era la muerte de la madre. Satyajit Ray decidió omitir la evidencia en favor de la sugestión con su mirada tan particular.
Asimismo, en otra secuencia también de una ambigüedad moral notable donde la madre es chantajeada por un vecino, el cine de Ray se nos asemeja muy cercano en el tiempo.
Y no es de extrañar, porque uno de los temas fundamentales, el pilón ideológico que sostiene toda la trilogía es la idea del progreso. Los dilemas sociales, culturales, familiares y morales giran en torno a la idea del progreso como única salida a un mundo por descubrir.
Ray era un humanista, un progresista. Para Ray el único camino hacia la libertad era el progreso. Al menos, esto es lo que se deduce de sus películas y de esta trilogía en particular.
Es, sobre todo, en Aparajito, donde aprovechando el momento adolescente de su protagonista nos muestra multitud de referencias sobre la idea del progreso a lo largo de la Historia con la educación como instrumento. Esta, era la idea que lo motivo para realizar la trilogía, al observar en su lectura como Bibhutibhusan Bandyopadhyay había plasmado en su novela autobiográfica aspectos de la propia vida del cineasta. Podemos observar al omnipresente ferrocarril como símbolo de este progreso, también presente en Pather Panchali en esa memorable escena donde Apu es llevado por su hermana a ver el paso del tren por primera vez tras haber escuchado previamente a la anciana hablar de él.
La enfermedad y la muerte son protagonistas de nuevo en Aparajito.
Esta segunda parte de la historia de Apu narra la llegada de la familia a Benarés y el deseo del joven por estudiar en Calcuta. El consecuente dilema entre tradición o progreso es de valor universal. Independientemente del lugar y cultura donde se desarrolla la película, el arte de Ray conmueve a espectadores de todas partes del planeta. Cuando vemos Pather Panchali por primera vez quedamos asombrados ante su delicadeza y poesía visual sobre una cultura tan rica como la hindú. Pero es contemplando Aparajito cuando adquirimos ese valor universal hacia la trilogía que la hace tan interesante hoy día.
El dilema entre progreso y tradición es una de las claves de Aparajito en el camino de perfección del joven Apu y la relación con su madre.
En definitiva, Aparajito ó El Invencible como se ha traducido al castellano, nos muestra a un jóven que a pesar de todo lo que le ocurre tiene en su progresión como ser humano su fortaleza ante la adversidad.
Respecto a la elaboración técnica de la película, en este caso, Satyajit Ray no tuvo los mismos problemas económicos de Pather Panchali, con una nueva productora Epic Films, lo que dota a la película de una mayor capacidad para mostrarnos la cultura hindú con varios escenarios e incluso escenas rodadas en estudio. Por su parte su fiel director de fotografía, Subatra Mitra, con su nueva cámara Arriflex mantuvo el nivel exigido logrando una fantástica fotografia. Sin embargo, el propio Satyajit Ray culpó en diversas ocasiones al músico Ravi Shankar de la supuesta falta de ritmo y de su debida pesadez para el espectador, por la escasez de partitura entregada. El polivalente director de fotografía, Subatra Mitra, se encargó de algunas piezas de Sitar para rellenar huecos. Ray, también músico, había confiado a Shankar la partitura de Aparajito después de la memorable realizada en Pather Panchali pero por cuestiones de trabajo no pudo entregarle más. Así, no hay música como Ray en aquel año hubiera querido, pero que hoy se nos antoja mas acertado y adelantado a su tiempo siempre de bandas sonoras excesivas.
Aparajito no tuvo la suerte merecida tras la expectativa creada tras Pather Panchali. Fue un fracaso comercial con su consecuente mala crítica en su país.
Sin embargo, fuera de las fronteras de su país Aparajito fue aclamada recibiendo el León de Oro en el Festival de Venecia de 1957 con René Clair como presidente del jurado.
Javier Ballesteros