Ficha técnica y sinopsis. Portada del programa de mano. |
«Por lo general, las historias hablan de un hombre que tiene un hijo que, a su vez tiene otro hijo, etc. Pero, las mujeres son las que tienen hijos. Y nadie habla de eso. Entonces, yo misma quería echarle un vistazo a una mujer que tiene una niña y a todos sus descendientes. De hecho, para mostrar que las mujeres también tienen una historia.»
Marleen Gorris.
La directora holandesa Marleen Gorris (9 de diciembre de 1948) se declaraba abiertamente feminista y como defensora de los derechos de la libertad sexual. Históricamente el feminismo repuntó en 1960 en la conocida como Segunda Ola Feminista. Durante los años universitarios de Marleen Gorris las reclamaciones feministas se centraban en la desigualdad salarial ante los mismos puestos de trabajo, la libertad sexual, los roles familiares, los lugares de trabajo, los métodos anticonceptivos o el aborto. Durante aquellos años las mujeres salieron a la calle para exigir un cambio en el modelo patriarcal que relegaba a la mujer a un segundo plano.
Cartelería internacional de Antonia. |
En ese aspecto, el guión de su primera película, El silencio de Christine M. (De stilte rond Chirstine M., 1982) nos contaba como una sumisa ama de casa, junto a una secretaria ninguneada por sus jefes y una camarera harta de comentarios sexistas, mataban al dependiente de una tienda de ropa ante la complicidad de otras clientas. La psicóloga que debía valorar su estado mental ante el tribunal que las juzgaba, comprendía y aducía finalmente que las acusadas estaban perfectamente cuerdas y que no se había tratado de un acto de histeria colectiva, sino más bien de un acto reivindicativo que surgió espontáneamente bajo la presión que cada una de ellas sufría.
Marleen Gorris saltaría de nuevo a la fama con su película más reconocida, Antonia (1995), a la que denominó como una fábula feminista. La biznieta de Antonia nos narraba con voz en off, lo que aproximaba el relato a los cuentos infantiles, la llegada de ésta y su hija Danielle a un pequeño pueblo de los Países Bajos tras la Segunda Guerra Mundial. A su llegada Marleen Gorris las hacía pasar frente a un edificio que tenía una pintada en la fachada que decía “WELKOM TO OUR LIBERATERS”, es decir, “BIENVENIDA A NUESTROS LIBERADORES” en referencia al ejército aliado que liberó a los Países Bajos del dominio nazi y además nos anunciaba que tanto Antonia como Danielle se iban a encargar, en cierta manera, de liberar al pueblo de la mentalidad machista que todavía habitaba entre sus vecinos. En otros países la película se tituló como Memorias de Antonia o Antonia´s Line, haciendo referencia a la saga familiar de hasta cuatro sucesoras que se nos presentaba en el relato. La película estaba protagonizada por mujeres independientes, empoderadas e inconformistas, que con su actitud proactiva ante las injusticias desafiaban al sistema establecido y conformaban una sociedad más liberal y solidaria.
Frente a la fortaleza femenina, los personajes masculinos aparecían siempre en segundo plano y eran los únicos que demostraban tener rasgos negativos como la violencia o la maldad. En algún caso, servían únicamente como semental de cría. La Iglesia Cristiana, como estructura y como guía moral, era en la película el símbolo de la tradición masculina que se interponía al progreso histórico de los derechos de la mujer. Sin embargo, la película se mostraba más en contra de los estamentos religiosos que de la fe cristiana en sí misma. El realismo mágico aparecía en el filme gracias al misticismo y a las dotes singulares que tenían Antonia y sus descendientes. Si ella tenía la capacidad de adjudicarse el día de su muerte y de lanzar maldiciones, su hija Danielle era una artista que tenía visiones. Therese, la nieta, se trataba de una niña superdotada inclinada hacia las ciencias y la música que además podía percibir la muerte de sus seres más queridos; su hija Sarah (biznieta de Antonia) era capaz, a una corta edad, de premonizar catástrofes. Juntas recordaban a las sagas mesiánicas que traerían un nuevo mundo, que en algunos aspectos se codeaba con lo pagano. Uno de los personajes aullaba a la luna y el ciclo de la vida estaba marcado por las cosechas. La hermosura de los planos de la naturaleza, ambientados en los Países Bajos, pero rodados en la campiña belga, hacía deseable instalarse entre sus gentes y parajes. Temas como el de la emancipación de la mujer, la homosexualidad, las relaciones entre discapacitados intelectuales o el aborto, eran tratados con tanta naturalidad como los ruegos de bendición a un santoral completamente femenino. No carente de humor, la película tenía un tono melancólico. La invocación de filósofos como Schopenhauer o Nietzsche impregnaban el relato de un cierto sentir pesimista ante la existencia. En contraposición, el personaje de Antonia formulaba que la vida era un baile de vida y muerte, Y nos advertía de que la vida era el único baile que bailaríamos, invitándonos con estas palabras a llevar una existencia plena marcada por el carpe diem y dirigida a hacer del mundo un lugar más tolerante.
Antonia fue la primera película de habla no inglesa que ganó el Óscar dirigida por una mujer. En las más de sesenta ediciones que tiene este galardón tan sólo otras dos películas dirigidas por mujeres lo han conseguido hasta la fecha: En un lugar de África (Nirgendwo in Afrika, 2001) de la directora alemana Caroline Link y la danesa En un mundo mejor (Hævnen, 2010) de Susanne Bier. Marleen Gorris fue la cineasta idónea encargada de llevar a la gran pantalla en 1997 la novela Mrs. Dalloway de la escritora Virginia Woolf, otro gran referente del feminismo. El resto de sus obras continuarían siendo protagonizadas por la mirada femenina de mujeres dignas de contar su propia historia.
JMT
Vídeo introductorio a Antonia
por JMT.