Ficha técnica y sinopsis. Portada del programa de mano. |
«Siempre he admirado la forma en que las personas luchan contra viento y marea y sobreviven, especialmente en los Estados Unidos, donde no se supone que uno deba enfrentarse a adversidades imposibles. El condado de Harlan no muestra mucha felicidad. Pero ves allí la persistencia de la vida ante el peligro y la muerte.»
Alessandro Portelli, They Say in Harlan County: An Oral History (2010).
Harlan County, U.S.A. es un intenso documental de 1976 que narra una huelga de mineros de 13 meses y que se convirtió en una de las mejores películas sobre conflictos laborales que existen. La huelga se declaró en julio de 1973 en Brookside, este de Kentucky, por parte de los trabajadores de la compañía Duke Power que votaron unirse al sindicato United Mine Workers of America, y que obtuvieron un no por respuesta a la hora de firmar su contrato.
Con esta película, Barbara Kopple —directora de los documentales Wild Man Blues (1998), My Generation (2000) o American Dream (1990), entre otros—, se sincera sobre su conciencia obrera dentro de un estilo directo de 'cinéma vérité' con el que consiguió ganar el primero de sus dos Óscars en 1977. El uso de imágenes reales de los eventos junto a entrevistas con los participantes de la huelga, hacen sentir la posición nada disimulada de Kopple junto a los mineros, lo que permitió que pudiera tener acceso completo a sus reuniones y conversaciones privadas. A un nivel muy emocional, por su enfoque de las partes enfrentadas a modo de confrontación entre David y Goliat, nadie puede negar tras ver la película que los mineros estaban extremadamente mal pagados y que trabajaban en condiciones muy peligrosas, en este caso bajo un abandono total frente a la ignorancia de sus patrones.
La llegada a los cines comerciales de obras como Harlan County, U.S.A. en el inicio de la era de las superproducciones chocaba con el éxito de películas como Tiburón (Steven Spielberg; Jaws, 1975) o La guerra de las galaxias (George Lucas; Star Wars, 1977). Aunque los dramas realistas como Tarde de perros (Sidney Lumet; Dog Day Afternoon, 1975) o Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula; All the President's Men, 1976) aún atraían público, solo se estrenaban al año un puñado muy reducido, haciéndolo sobre todo en salas dedicadas al arte y ensayo. Producciones como Hearts and Minds (1974) de Peter Davis diseccionaban la debacle de Vietnam mientras que la cobertura que les hacía la prensa era esporádica en el mejor de los casos. Igualmente la televisión redujo su compromiso con la realidad social y la programación documental.
El análisis detallado de una huelga de mineros de Kentucky por parte de Barbara Kopple ponía en el centro del debate temas urgentes, tendencias formales, debates políticos y prácticas materiales que definieron el documental posterior a los sesenta en Estados Unidos. A diferencia de otros documentales de ese período, su distribución teatral y su atractivo más amplio generaron un considerable apoyo del público; sigue siendo la única película de no ficción que ha participado en el Festival de Cine de Nueva York, ha ganado un Premio de la Academia y ha sido incluida en los listados del National Film Registry. Además, su estructura dramática, su estilo visual y su rechazo de la imparcialidad anticipan las claves de la no ficción contemporánea. A pesar de sus modestos recursos visuales, Harlan County, U.S.A. abarca una estética amplia y compleja cuya influencia se puede sentir en películas posteriores como Norma Rae (Martin Ritt; 1979) o La guerra del condado de Harlan (Tony Bill; Harlan County War, 2000), así como en bastantes documentales políticos.
Cartelería internacional de Harlan County, U.S.A. |
La carrera cinematográfica de Kopple ha concentrado obras de ficción, guiones, proyectos independientes, encargos, episodios de televisión, representaciones teatrales, informes periodísticos, anuncios de televisión y miniseries de televisión. Kopple se desempeñó como aprendiz en la caldera del cine vérité o Direct Cinema estadounidense, junto a nombres como Albert y David Maysles. Su cine posterior muestra trazos de un 'ethos vérité': espontáneo, observador, móvil, con sonido ambiente y organización cronológica.
Los ejemplos habituales del Direct Cinema no suelen ser tan puros, independientes y libres de manipulación como sus creadores suelen afirmar, por lo que las desviaciones de la ortodoxia vérité de Harlan County, U.S.A. fueron más reveladoras aún. Sin conformarse con una exposición de tiempo presente, Kopple recurrió a un paradigma de documental emergente repleto de entrevistas directas junto con imágenes de archivo en un formato destinado a darle vida a la historia, comparable al mediometraje coetáneo Union Maids de James Klein, Miles Mogulesco y Julia Reichert (1976). Además, cuando Kopple interroga a los habitantes de las zonas rurales de Kentucky en sus hogares y en espacios públicos, su voz se escucha durante los diálogos; se esfuerza poco por ocultar su sello como cineasta y su partidismo comprometido. Aunque la presencia de Kopple es diferente de, por ejemplo, las bufonadas en primera persona de Michael Moore en Roger and Me (1989), constituye un paso inicial hacia una ética autorreflexiva dentro del cine, dando por hecho que ningún cineasta puede ejercer un conocimiento autoritario completo sobre una realidad dada, pero sí se puede ser más veraz revelando las tensiones o las simpatías personales durante el rodaje.
En términos de cronología, Harlan County, U.S.A. adopta una trayectoria inusual comenzando en 1973 y retornando de forma cíclica a las polémicas elecciones a la presidencia del United Mine Workers con Tony Boyle y Jock Yablonski como protagonistas. El documental, inicialmente, pretendía captar la campaña de 1972 de Arnold Miller y Miners For Democracy, que tuvo lugar con el objetivo de destronar al presidente de la UMWA, Tony Boyle, tras el asesinato de Joseph Yablonski (el rival de Boyle) en 1970. Para cuando comenzó la huelga del condado de Harlan, la cineasta dejó en un segundo plano el asesinato y se centró en la pobreza de la minería, con familias que vivían en chozas sin agua corriente y que padecían enfermedades por culpa de unos pulmones ennegrecidos. Los males endémicos de la profesión no eran reconocidos por los dueños como el resultado de su trabajo, y en esa situación de incomprensión estaba claro que la huelga por un salario vital básico y unos beneficios médicos básicos debía extenderse de un momento a otro por todo Kentucky.
La lucha de los mineros, con el tiempo, se volvió violenta, y los disparos de los matones contratados por los propietarios de la mina se multiplicaron tratando de intimidar a los trabajadores. Los policías estatales fueron utilizados para mantener la carretera abierta para los esquiroles, y hasta que un joven minero fue asesinado por uno de los empleados del propietario, los mineros no obtuvieron un contrato ligado a un aumento de sueldo. El gobierno federal presionó a los propietarios para que se conformaran, pero a pesar de que el contrato fue ratificado, muchos sintieron que fue una venta de capital humano para reducir los ataques y calmar la situación. El contrato expiraba sólo tres meses después de que los huelguistas "victoriosos" regresasen a las minas, y 120,000 mineros de todo el país tuvieron que continuar en huelga para mantener viva la batalla de la UMW que comenzó en el condado de Harlan.
Barbara Kopple durante el rodaje de Harlan County, U.S.A.. En 1976 era impensable concebir la popularidad y la importancia cultural que tienen ahora los documentales. |
El papel de la música juega un papel unificador entre los mineros y sus familias a lo largo de toda la construcción de los hechos. En Harlan County, U.S.A. escuchamos canciones, presumiblemente escritas por los personajes que aparecen en pantalla, y que hablan directamente de la lucha de los mineros. Una escena en particular muestra a una mujer cantando en un gran mitin, uniendo a toda la comunidad minera, hombres, mujeres y niños por igual, en su lucha contra la Duke Power. Entre las muchas desviaciones de la película se encuentra su diseño sonoro innovador, que incluye el uso intensivo de himnos musicales de la clase trabajadora, y que es crucial para el impacto emocional de la película. Si American Graffiti (George Lucas; 1973) capturó a la audiencia comercial con una banda sonora repleta de canciones pop, los catorce temas que utiliza Kopple, muchos de ellos cantados por Hazel Dickens, cumplen varias funciones: hacer de transición entre escenas, evocar un patrimonio cultural eminentemente rural, y reproducir mensajes relacionados con la miseria o los desafíos enfrentados. La segunda mitad de los años setenta es un período celebrado no solo por el redescubrimiento de las clases sociales en Hollywood, sino también por una readaptación popular de las músicas proletarias que incluyó a numerosos artistas de folk y blues.
No es secundario el hecho de que la voz musical dominante en Harlan County, U.S.A. sea femenina. Aunque Kopple no era una de las fundadoras de la cohorte de cine feminista de los años sesenta y principios de los setenta, como si lo eran Joyce Chopra, Claudia Weill, Cinda Firestone, Amalie Rothschild o Martha Coolidge, el impacto del pensamiento feminista y su activismo cultural es una de sus primeras características. Una aspiración importante del movimiento feminista fue documentar las vidas de las mujeres comunes, para combatir la exclusión y hacer ver que las mujeres se integraban cada vez más en las narrativas del cambio social. La crianza de los hijos y la realización de tareas domésticas en la vida cotidiana de las esposas de los mineros se combina con la toma de roles de liderazgo: organización de piquetes, formación de comités de apoyo y enfrentamiento directo contra la violencia de los esquiroles y los matones de la compañía. Esa doble obligación es un dilema con el que las mujeres se siguen enfrentando principalmente en los estratos más bajos de la sociedad.
En la realización, Kopple representa a las esposas de los mineros como integrales tanto en la planificación como en la consecución de las protestas y manifestaciones. Un mensaje que hace referencia a la creciente influencia pública y social de las mujeres a partir de la segunda mitad del siglo XX. La Duke Power intentó traer trabajadores no sindicalizados y esquiroles que chocarían de inmediato contra unos piquetes en los que destacaba el liderazgo asumido por las esposas y las madres de los mineros. Kopple atrapa con su cámara el amargo conflicto de unos mineros que lucharon por su derecho de unión, asistidos por unas sufridas esposas que eran las primeras en mostrar lealtad a la causa de sus maridos. Se comprueba en la organización de los mítines la tremenda solidaridad de las mujeres con aquellos que se consideran claramente oprimidos.
Los mineros del condado de Harlan nunca habrían obtenido su contrato sin la ayuda de sus esposas. |
En el contexto de un movimiento feminista que comenzaba a extenderse por todo el país, estas mujeres lucharon contra una amplia gama de problemas tanto a nivel doméstico y de conciliación familiar como a nivel de condiciones laborales. Criticaron al estado por proteger los intereses de las grandes compañías a costa del bienestar de las personas trabajadoras y lo hicieron frente a audiencias públicas poco acostumbradas a ver a una mujer llevando la voz cantante. Si la película hubiera continuado filmándose más allá de la huelga, podríamos haber visto como el activismo de estas mujeres siguió denunciando los abusos del Ku Klux Klan, protestando contra el plan urbanístico de Harlan que amenazaba a los vecindarios predominantemente afroamericanos o dando discursos en eventos que giraban en torno a la liberación de la mujer. A principios de los años setenta, compañías especializadas como New Day y Women Make Movies se formaron para mejorar el acceso del público a los trabajos audiovisuales femeninos. Kopple apoyó estas iniciativas pero siguió una ruta ligeramente diferente acercándose al distribuidor original de Harlan County, U.S.A., Cinema 5, que principalmente comercializaba títulos de autor europeos. Si su película no logró salir de la liga del arte y ensayo es por una barrera invisible que separa el mercado de la ficción de los documentales, aunque su producción resurge posteriormente dentro de una mezcla de análisis social y entretenimiento que ha resultado en éxitos recientes como Fahrenheit 9/11 (Michael Moore; 2004), Super Size Me (Morgan Spurlock; 2004), Enron, los tipos que estafaron a América (Alex Gibney; Enron: The Smartest Guys in the Room, 2005) o La Corporación (Mark Achbar, Jennifer Abbott y Joel Bakan; The Corporation, 2004).
Así como los documentalistas de izquierdas de los años 30 confiaron en el montaje de estilo soviético para crear conexiones simbólicas, Kopple utiliza una edición llena de puntos retóricos y yuxtaposiciones; los eufemismos del portavoz de la compañía, Norman Yarborough, se acompañan de planos de viviendas abyectas mientras se habla de "mejorar" las condiciones de vida de los mineros. La perspicacia de la edición lleva a fijarnos directamente en un legado del pasado que imbuye el presente y vincula los testimonios a los tradicionales noticiarios producidos por la Workers Film and Photo League. En el transcurso de la película también se embellece la continuidad histórica de la lucha sindical contra la persistencia en la explotación de los trabajadores. Para corroborar los testimonios verbales de los mineros retirados, Kopple inserta imágenes de los años treinta que nos ponen en el contexto de la batalla local conocida como "Bloody Harlan", con canciones populares como la compuesta por Florence Reece "¿De qué lado estás? (Which Side Are You On?)" sonando de fondo.
La capacidad de denuncia de Kopple, directora enormemente comprometida con las luchas laborales y las reformas sociales, se desarrolló formando parte en películas como Winter Soldier (1972), Gimme Shelter (Albert Maysles, David Maysles y Charlotte Zwerin; 1970) o Hearts and Minds (Peter Davis; 1974). Para cuando comenzó la huelga en Brookside, Kopple había adquirido la experiencia necesaria para cubrirla. Harlan County, U.S.A. representa la culminación de cuatro años de preparación, rodaje y edición de una crónica que obligó a la directora a solicitar subsidios, préstamos y ayudas de fundaciones, iglesias o particulares. Los movimientos por los derechos sociales que surgieron en territorios como Virginia Occidental, el este de Kentucky o el suroeste de Virginia merecían un esfuerzo para ser llevados a la gran pantalla, y se valieron de cineastas como Barbara Kopple, que nos hicieron llegar el coraje, la tenacidad y la dignidad de unas familias cuyo único sustento dependía de la extracción del carbón.
Toni Cristóbal
Vídeo introductorio a Harlan County, U.S.A.
por Toni Cristóbal.