«No hay duda de que estoy bastante bien versado en el cine japonés, no hay duda. La primera película japonesa que vi se llamaba Cuentos de la luna pálida de agosto, que era una película de Kenji Mizoguchi. La vi por televisión y yo tendría unos 12 o 13 años. Más tarde, las películas de Mizoguchi me introdujeron a las de Akira Kurosawa, a las de Yasujiro Ozu y a así a las de todos los demás, hasta que realmente me obsesioné con el cine japonés.»
Martin Scorsese.
Seguimos con la VIII temporada de la Filmoteca de Sant Joan d’Alacant durante el mes de diciembre de 2017 con nuevo ciclo temático dedicado en esta ocasión a la obra de cuatro maestros del cine clásico japonés: Akira Kurosawa, Kenji Mizoguchi, Yasujiro Ozu y Masaki Kobayashi.
No cabe duda de que Japón tiene una de las industrias cinematográficas más antiguas y productivas del mundo. La era Meiji (1868-1912), que marcó el fin del Japón feudal y la transición a la modernización del país, trajo consigo la apertura a una serie productos occidentales que darían paso a la remodelación de la cultura nipona. Entre estos productos se encontraba el séptimo arte, el cual sería un vehículo importante en el florecimiento de una nueva ola de creatividad, desarrollando poco a poco una identidad cinematográfica que heredaba inicialmente la estética del teatro japonés (nō, kabuki y bunraku) y la estructura del haiku, composición poética japonesa tradicional extremadamente breve, que sirvió de base para conformar un estilo de montaje cinematográfico propio del cine nipón. Posteriormente, durante la década de 1910, el cine japonés introduciría el realismo social de la nueva tendencia aperturista del Shingeki en el teatro japonés, cuyos pioneros, novelistas y poetas de la década de 1910, consideraban a la formas de arte tradicional como incapaces de reflejar los rápidos cambios en la sociedad, la identidad personal y la estructura económica y política que los japoneses estaban experimentando.
La primera película producida en Japón fue un corto documental sobre geishas tocando instrumentos musicales, Geisha no teodori, estrenado en junio de 1899. A lo largo de la era silente, en los cines japoneses solían encontrarse personas que narraban las películas al público, los conocidos como benshi, que describían la acción a los espectadores con un comentario continuo mientras se proyectaba la película. Debido a la naturaleza volátil del celuloide de aquellos años, a catástrofes como el terremoto del Gran Kanto de 1923 o la devastación causada por la Segunda Guerra Mundial, más del 90% de las películas japonesas del periodo mudo se han perdido para siempre. Durante los primeros años de la década de los 30, al contrario que en occidente, en Japón continuó la producción de cine silente, debido en parte a que el cine sonoro tardó bastante más en llegar a la cinematografía nipona, pero, sobre todo, a la fuerte idiosincrasia del cine nipón, con un carácter altamente conservador y una industria propia, aislada del sistema de producción occidental.
Añadido a todo esto, cabe destacar que desde la aparición del Shingeki —que literalmente quiere decir "Nuevo Teatro" o "Nuevo Drama"— el cine japonés se bifurcó entre el trato realista y el trato de corte fantástico en su producción. Además, dos géneros narrativos se impusieron en el cine nipón desde sus orígenes: el Jidaigeki, literalmente "drama de época", que situaba la acción narrativa durante el período Edo de la historia japonesa, de 1603 a 1868, en gran medida; y el Gendaigeki, literalmente "drama contemporáneo", que reflejaba la situación de las familias niponas bajo contextos sociopolíticos contemporáneos. De este modo, el cine clásico japonés reflejó un vasto abanico de películas ambientadas tanto en el periodo Edo como en el siglo XX, con un trato realista, fantástico, o como una mezcla de ambos.
El primer maestro reconocido del cine japonés fue Kenji Mizoguchi (Tokio, 16 de mayo de 1898 - Kioto, 24 de agosto de 1956), quien comenzó su carrera a principios de la era del cine mudo. Iniciado en la cinematografía nipona como actor, Mizoguchi hizo su debut como director en 1920. Trabajaba rápidamente, por lo general filmando y editando en un par de semanas, llegando a completar más de cincuenta películas en solo una década, entre 1920 y 1930. Su filmografía incluye dramas de época, películas de samuráis, relatos sobre la clase obrera e historias de amor, entre otros, con una marcada tendencia por el retrato de la discriminación histórica de la mujer en Japón. Figura clave de la que se conoció como la Edad de Oro del cine japonés, Mizoguchi era conocido por las tomas largas y el escaso movimiento de la cámara. Venerado como icono cultural en Japón durante toda su vida, sus películas más populares incluyen Elegía de Naniwa (Naniwa erejî, 1936), Historia del último crisantemo (Zangiku monogatari, 1939), Cuentos de la luna pálida de agosto (Ugetsu monogatari, 1953) o El intendente Sansho (Sansho Dayu, 1954). El éxito internacional de Vida de Oharu, mujer galante (Saikaku ichidai onna, 1952), que ganó el Premio Internacional en el Festival Internacional de Cine de Venecia, ayudó a popularizar el cine japonés en Occidente. Al año siguiente, en 1953, Mizoguchi ganaría el León de Plata por Cuentos de la luna pálida de agosto.
Pero fue en 1951, antes del éxito en Venecia de Mizoguchi, el año que significó un antes y un después en el reconocimiento de la cinematografía nipona por parte de Occidente, cuando la película de Akira Kurosawa Rashomon (1950) fue galardonada por la Academia de Hollywood con el Oscar honorífico a la mejor película extranjera; un hito sin precedentes no solo para Japón sino para el resto de producción de habla no inglesa, ya que el actual Oscar a la mejor película de habla no inglesa no se instauraría en la ceremonia hasta 1956. El mismo año, Rashomon ganaría el León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Venecia. Gracias a Rashomon, el mundo entero giró su mirada hacia el cine japonés y contempló el auge de su edad dorada en los años 50. El gran maestro del cine japonés Akira Kurosawa (Shinagawa, 23 de marzo de 1910 - Setagaya, 6 de septiembre de 1998) hizo su debut con la película de acción La leyenda del gran judo (Sugata Sanshiro, 1943). Su primera colaboración con el entonces desconocido actor Toshiro Mifune llegó en 1948 con El ángel ebrio (Yoidore tenshi). Actor y director trabajarían juntos en otras quince películas, incluyendo clásicos como Rashomon, Los siete samuráis (Shichinin no Samurai, 1954), Trono de sangre (Kumonosu-jô, 1957) o Yojimbo (Yôjinbô, 1961). Tras perder su alianza profesional con Toshiro Mifune en 1969 y su trabajo en la dirección de la costosa coproducción estadounidense-japonesa sobre la Segunda Guerra Mundial Tora! Tora! Tora! en 1970, Kurosawa sufriría una fuerte depresión que lo llevaría a atentar contra su propia vida, y tan solo realizaría dos películas en una década, Dodes 'Ka-Den (1970) y Dersu Uzala (1975) (esta última co-producida por la Unión Soviética). En 1979 fue "rescatado" por Francis Ford Coppola y George Lucas, quienes financiaron la producción de Kagemusha (1980). En 1985 presentó la que es considerada como su última obra maestra Ran, adaptación libre de El rey Lear de su admirado William Shakespeare, en el Japón feudal. Durante toda su filmografía adaptó a autores occidentales como Shakespeare, Gorki, Dostoievski, Tolstoi, Ed McBain, Georges Simenon e incluso a Esquilo. Esta debilidad por la literatura no nipona le valieron reproches en Japón, donde le acusaron de ser "demasiado occidental". En 1990 recibiría el Oscar Honorífico por toda una vida dedicada al cine. El conocido como emperador del cine japonés murió el 6 de septiembre de 1998.
El tercero de los grandes maestros de la Edad de Oro del cine japonés, Yasujiro Ozu (Tokio, 12 de diciembre de 1903 - Tokyo, 12 de diciembre de 1963), comenzó su carrera como asistente de dirección antes de dirigir su primera película, La espada de la penitencia (Zange no yaiba) (ahora perdida), en 1927, y única de toda su filmografía de corte Jidaigeki o drama de época. Pasó a dirigir comedias cortas, documentales e historias de amor antes de ser reclutado en el ejército. A su regreso, realizó su primer éxito popular Hermanos y hermanas de la familia Toda (Todake no kyodai) en 1941 y su reputación quedó definitivamente sellada hacia el final de la década de los 40 e inicios de los 50, con la realización de las consideradas como sus dos obras maestras Primavera Tardía (Banshun) en 1949 y Cuentos de Tokio (Tokyo monogatari) en 1953. Pocos cineastas han sido tan consistentes en su estilo cinematográfico como el maestro japonés Yasujiro Ozu, marcadamente naturalista. Como director era reconcentrado y perfeccionista. Era visto como uno de los directores "más japoneses" y, como tal, su trabajo era raramente mostrado en el extranjero antes de la década de los sesenta. No empleó el sonido hasta 1935. Fueron notables sus planos filmados de frente, así como su uso exclusivo de una lente de 50mm (equivalente –o más bien– lo más cercano a la perspectiva del ojo humano) o el movimiento mínimo de la cámara. Pero quizá, la más celebrada marca del director nipón es el conocido como pillow shot (plano almohada), su plano característico que era tomado desde solamente unos 90 centímetros sobre el suelo, esto es, desde el punto de vista de un adulto sentado sobre un tatami. El término "Pillow shot" fue acuñado por el crítico Noël Burch enlazando el lenguaje cinematográfico a la tradición de las palabras de la almohadilla en la poesía clásica —adiciones cortas a una línea que reflejan o incluso cambian el significado de lo que viene después—. Por analogía y porque también servían como intensificadores de las imágenes a las que seguían o precedían, Burch nombró así a estos planos. En medio de las secuencias cuidadosamente compuestas en sus películas, Ozu solía añadir planos aparentemente aleatorios, sostenidos durante varios segundos, de la vida cotidiana: de mares y montañas, barcos y vías de tren, edificios públicos y habitaciones privadas. Estos planos, vistos en ocasiones como naturalezas muertas (abundan los espacios deshabitados y cuerpos inanimados), actúan como transición entre escenas y suponen una suspensión del relato. Son desaceleraciones que invitan a adoptar esa actitud de serenidad contemplativa tan estimada en la cultura japonesa. Pero también se han interpretado como epifanías de lo cotidiano o, por el contrario, como indicios de la alienación de los hombres en un entorno indiferente. El “drama moderno familiar” de Ozu marcó su influencia en cineastas de todo el mundo, como como Jim Jarmusch, Wim Wenders, Claire Denis, Aki Kaurismäki o Hou Hsiao-Hsien.
El cuarto de los maestros del cine clásico japonés que estudiaremos en este ciclo, Masaki Kobayashi (Otaru, Hokkaido, 14 de febrero, 1916 – Tokyo, 4 de octubre, 1996) estudió arte y filosofía asiática. Se embarcó en la industria cinematográfica nipona en 1941 cuando ingresó en los Estudios Shochiku como aprendiz de director, pero inmediatamente fue reclutado en el ejército y enviado a luchar a Manchuria. Kobayashi se consideraba a sí mismo como un pacifista, y durante la Segunda Guerra Mundial se negó a ascender a un rango superior al de soldado. Además, pasó un tiempo como prisionero de guerra en un campamento de Okinawa. Tras su paso por el ejercito, en 1946 regresó a Shochiku como asistente del director Keisuke Kinoshita. El debut como director de Kobayashi fue en 1952 con La juventud del hijo (Musuko no Seishun). Desde 1959 a 1961, Kobayashi dirigió La condición humana (Ningen no joken), una trilogía sobre los efectos de la Segunda Guerra Mundial en un japonés pacifista y socialista. La duración total de la trilogía es de casi diez horas, y en su conjunto se considera una de las películas de ficción más largas jamás realizada. En 1962 dirigió Harakiri (Seppuku), su obra maestra, que ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cine de Cannes de 1963. En 1964, Kobayashi realizó El más allá (Kaidan), su primera película en color que compone una colección de cuatro historias de fantasmas extraídas de libros de Lafcadio Hearn. El más allá ganó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de Cannes de 1965, y recibió una nominación al Premio de la Academia a la Mejor Película en Lengua Extranjera. Kobayashi es considerado uno de los grandes maestros cinematográficos de la posguerra inmediata japonesa, una generación eclipsada en gran medida por la presencia de los anteriores maestros citados como Akira Kurosawa, Kenji Mizoguchi y Yasujiro Ozu. Pocos en su generación fueron tocados tan de cerca por la guerra y eso dejó una profunda huella en su posterior trabajo. Sus más aclamadas películas son exploraciones del lado mas oscuro de la cultura nipona y del ser humano, intentando descifrar el lado oscuro que lleva al hombre a un sangriento suicidio en pos del honor o a cometer atrocidades en nombre del Emperador.
Con este nuevo ciclo de la Filmoteca de Sant Joan d'Alacant, "MAESTROS DEL CINE CLÁSICO JAPONÉS", queremos mostrar la obra de estos cuatro cineastas a través de algunas de sus obras más representativas.
Desde el día 4 hasta el 26 de diciembre, la Filmoteca de Sant Joan d’Alacant proyectará las siguientes películas:
Comenzaremos el lunes 4 de diciembre con la proyección de Yojimbo (Yôjinbô, 1961) dirigida por Akira Kurosawa. Yojimbo es una película de corte Jidaigeki, un drama de época ambientada en 1860, el ocaso del Periodo Edo en el siglo XIX, ocho años antes del comienzo de la Era Meiji. Yojimbo narra los acontecimientos tras el surgimiento de una clase media en Japón que terminó con el poder que se concentraba en el shogunato Tokugawa. Un rōnin, que se hace llamar Sanjurō (Toshirō Mifune), otrora un samurái de la realeza, está ahora sin señor, y no tiene más amo que su propia voluntad de sobrevivir, y ningún otro recurso más que su ingenio y su espada. Sin rumbo fijo, el mercenario llega a un pequeño pueblo y busca la oportunidad de ofrecer sus servicios. Allí se entera de que la ciudad está dominada por dos bandos enemistados, el de Ushi-Tora y el de Seibei, ambos aspirantes a hacerse con el poder. Sanjurō siente desprecio por ambos bandos de maleantes, pero se hará rogar para hacerles creer que tomará partido por el bando del mejor postor. Yojimbo fue nominada al Oscar al mejor diseño de vestuario 1962. Toshiro Mifune resultó ganador de la Copa Volpi en el Festival de cine de Venecia de 1962. En ese mismo año, 1962, Kurosawa presentaría la secuela de Yojimbo, Sanjuro (Tsubaki Sanjūrō) también protagonizada por Mifune. En 1964 el director italiano Sergio Leone, rodó Por un puñado de dólares (Per un pugno di dollari), una versión libre de Yojimbo, realizada, según él, como un homenaje a Akira Kurosawa. Al no pagar derechos de autor, Leone tuvo problemas legales. Se inició un juicio entre los productores del filme de Kurosawa y Leone, en el cual el director japonés reclamaba la autoría del guion, junto a Ryuzo Kikushima. El juicio resultó favorable a los japoneses, atrasando en dos años el lanzamiento del filme de Leone en los Estados Unidos. La película El último hombre (Last Man Standing, 1996), dirigida por Walter Hill, es un remake legalmente autorizado protagonizado por Bruce Willis.
Continuaremos el lunes 11 de diciembre con la proyección de Cuentos de la luna pálida de agosto (Ugetsu monogatari, 1953), dirigida por Kenji Mizoguchi. Cuentos de la luna pálida de agosto está basada en dos relatos de la colección de cuentos homónima de 1776, escrita por Ueda Akinari, y en un relato de Guy de Maupassant. La película narra la historia de Genjurô y Miyagi, dos aldeanos sin fortuna que viven a la orilla del lago Biwa, de la provincia de Ōmi, durante el Japón feudal del siglo XVI, afectado por las guerras civiles. Uno trabaja de alfarero y sueña con hacerse rico, y el otro aspira a ser un samurái reconocido. Considerada como la obra maestra de Kenji Mizoguchi, Cuentos de la luna pálida de agosto es una historia de fantasmas y un ejemplo del género jidaigeki (drama de época) con tintes fantásticos, protagonizada por Masayuki Mori y Machiko Kyō. En Cuentos de la luna pálida de agosto, Mizoguchi vuelve a situar a la mujer como víctima de la mezquindad masculina; aunque esta vez sean los hombres, especialmente Genjûrô, los principales protagonistas de su relato. Tanto Miyagi (la gran Kinuyo Tanaka), esposa de éste, como Ohama (Mitsuko Mito), mujer de Tobei, acaban mal por causa de la sinrazón de sus maridos, que anteponen sus intereses a los de su propia familia. Hasta la princesa Wakasa (Machiko Kyô), un alma en pena que vaga por la tierra junto a su vieja nodriza en busca del amor que le fue negado en vida, sufrirá por culpa de Genjûrô, quien le oculta a la llegada a su castillo que tenga una mujer y un hijo, conviviendo con ella en pecado durante algún tiempo. Para Mizoguchi, asiduo a los prostíbulos y cuya hermana fue vendida a temprana edad para que se convirtiera en geisha, la causa de la infelicidad femenina es casi siempre el egoísmo de los hombres. La película ganó el León de Plata en el Festival de Cine Venecia de 1953, consagrando a Mizoguchi en el panorama cinematográfico internacional.
El lunes 18 de diciembre se proyectará Primavera tardía (Banshun, 1949), dirigida por Yasujiro Ozu. Primavera tardía supuso un punto de inflexión en la obra de Ozu: signifca el final de una etapa y el principio de otra. Libremente basada en la novela corta de Kazuo Hirotsu Padre e Hija (Chichi to musume), Primavera tardía es la primera película de la denominada "trilogía de Noriko", en la que la actriz Setsuko Hara interpretó a tres mujeres distintas llamadas Noriko. A partir de esta película, la marvillosa Hara se convertiría en musa y máxima estandarte de la feminidad dentro del mundo de Ozu. En Primavera tardía, Noriko ha cumplido veintisiete años y aún permanece soltera. Su padre, el profesor Somiya, trata de buscar un buen enlace para la joven. Tras ver frustrado un posible matrimonio con Hattori, un joven asistente, su tía hace creer a Noriko que el padre tiene intención de contraer segundas nupcias. Pocos cineastas han recogido y reflejado el paso del tiempo con la estoica elegancia y la melancólica serenidad de Yasujirô Ozu. Primavera tardía afronta este gran concepto temático, universal e inexorable, desde dos vertientes que convergen: la colectiva y cultural —Japón posterior a la Segunda Guerra Mundial, sometido al control de los victoriosos Estados Unidos—, y la personal y privada —su personificación en el trauma de una joven que afronta la edad de abandonar el seno familiar para integrarse en la sociedad por medio del ineludible matrimonio—. Primavera tardía pertenece al subgénero del Shomingeki, un subgénero del Gendageki (drama contemporáneo) que se ocupa particularmente de la vida cotidiana de la clase trabajadora y la clase media de los tiempos modernos. La película es frecuentemente considerada como la primera de la última etapa creativa del director; una etapa cuyas películas se caracterizan por, entre otros rasgos, un enfoque exclusivo sobre historias entre familias durante la era de posguerra inmediata de Japón, una tendencia hacia tramas muy simples y el uso de una cámara generalmente estática. Primavera tardía fue galardonada con el prestigioso premio Kinema Junpo de la crítica nipona como la mejor producción japonesa estrenada en 1949. Muchos han indicado a Primavera tardía como el trabajo "más perfecto" de Yasujiro Ozu.
Por último, el martes 26 de diciembre se proyectará Harakiri (Seppuku, 1962) dirigida por Masaki Kobayashi. Basada en la novela Ibun rônin-ki de Yasuhiko Takiguchi, Harakiri es uno de los mejores ejemplos del género Jidaigeki, situando la narración entre 1619 y 1630, a inicios del Período Edo, y el Shogunato Tokugawa. Harakiri relata la historia de Hanshirō Tsugumo, un rōnin o samurai sin amo, que pide permiso a Saitō Kageyupara, regente de la casa del Clan Iyi, practicarse el Seppuku (o Harakiri), ceremonia durante la cual se quitará la vida abriéndose el estómago al tiempo que otro samurái lo decapitará. Antes de proceder con la ceremonia, el ronin ruega poder contarle la historia que le ha llevado a tomar tan trágica decisión. Harakiri plasma la situación de pobreza y desamparo en que se vieron abocados miles de samuráis tras el establecimiento del Shogunato Tokugawa en 1603. El Shogunato, que se mantuvo en el poder hasta la Restauración Meiji de 1868, se caracterizó por una férrea centralización e inauguró un periodo de paz, en el que muchos samuráis, especialmente los que servían a señores de la guerra derrotados por los Tokugawa, quedaron sin amo, creándose así la figura del rōnin o samurái sin amo. La película critica también la hipocresía del código de honor de los Daimyo o señores feudales, sólo preocupados en mantener las apariencias y la reputación de su Clan, aunque tuviesen que ocultar la verdad para ello. Harakiri compitió en el Festival de Cannes de 1963 recibiendo el Premio del Jurado. En 2011, el director japonés Takashi Miike realizó un remake en 3D de la película titulada Hara-Kiri: Muerte de un samurái (Ichimei), que fue estrenada en el Festival de Cannes de 2011.
Todas las proyecciones serán a las 20:00 en el Auditorio de la Casa de Cultura de Sant Joan d’Alacant, en versión original subtitulada y con entrada gratuita. Os esperamos.
No cabe duda de que Japón tiene una de las industrias cinematográficas más antiguas y productivas del mundo. La era Meiji (1868-1912), que marcó el fin del Japón feudal y la transición a la modernización del país, trajo consigo la apertura a una serie productos occidentales que darían paso a la remodelación de la cultura nipona. Entre estos productos se encontraba el séptimo arte, el cual sería un vehículo importante en el florecimiento de una nueva ola de creatividad, desarrollando poco a poco una identidad cinematográfica que heredaba inicialmente la estética del teatro japonés (nō, kabuki y bunraku) y la estructura del haiku, composición poética japonesa tradicional extremadamente breve, que sirvió de base para conformar un estilo de montaje cinematográfico propio del cine nipón. Posteriormente, durante la década de 1910, el cine japonés introduciría el realismo social de la nueva tendencia aperturista del Shingeki en el teatro japonés, cuyos pioneros, novelistas y poetas de la década de 1910, consideraban a la formas de arte tradicional como incapaces de reflejar los rápidos cambios en la sociedad, la identidad personal y la estructura económica y política que los japoneses estaban experimentando.
La primera película producida en Japón fue un corto documental sobre geishas tocando instrumentos musicales, Geisha no teodori, estrenado en junio de 1899. A lo largo de la era silente, en los cines japoneses solían encontrarse personas que narraban las películas al público, los conocidos como benshi, que describían la acción a los espectadores con un comentario continuo mientras se proyectaba la película. Debido a la naturaleza volátil del celuloide de aquellos años, a catástrofes como el terremoto del Gran Kanto de 1923 o la devastación causada por la Segunda Guerra Mundial, más del 90% de las películas japonesas del periodo mudo se han perdido para siempre. Durante los primeros años de la década de los 30, al contrario que en occidente, en Japón continuó la producción de cine silente, debido en parte a que el cine sonoro tardó bastante más en llegar a la cinematografía nipona, pero, sobre todo, a la fuerte idiosincrasia del cine nipón, con un carácter altamente conservador y una industria propia, aislada del sistema de producción occidental.
Añadido a todo esto, cabe destacar que desde la aparición del Shingeki —que literalmente quiere decir "Nuevo Teatro" o "Nuevo Drama"— el cine japonés se bifurcó entre el trato realista y el trato de corte fantástico en su producción. Además, dos géneros narrativos se impusieron en el cine nipón desde sus orígenes: el Jidaigeki, literalmente "drama de época", que situaba la acción narrativa durante el período Edo de la historia japonesa, de 1603 a 1868, en gran medida; y el Gendaigeki, literalmente "drama contemporáneo", que reflejaba la situación de las familias niponas bajo contextos sociopolíticos contemporáneos. De este modo, el cine clásico japonés reflejó un vasto abanico de películas ambientadas tanto en el periodo Edo como en el siglo XX, con un trato realista, fantástico, o como una mezcla de ambos.
Akira Kurosawa, Kenji Mizoguchi, Yasujiro Ozu y Masaki Kobayashi. |
El primer maestro reconocido del cine japonés fue Kenji Mizoguchi (Tokio, 16 de mayo de 1898 - Kioto, 24 de agosto de 1956), quien comenzó su carrera a principios de la era del cine mudo. Iniciado en la cinematografía nipona como actor, Mizoguchi hizo su debut como director en 1920. Trabajaba rápidamente, por lo general filmando y editando en un par de semanas, llegando a completar más de cincuenta películas en solo una década, entre 1920 y 1930. Su filmografía incluye dramas de época, películas de samuráis, relatos sobre la clase obrera e historias de amor, entre otros, con una marcada tendencia por el retrato de la discriminación histórica de la mujer en Japón. Figura clave de la que se conoció como la Edad de Oro del cine japonés, Mizoguchi era conocido por las tomas largas y el escaso movimiento de la cámara. Venerado como icono cultural en Japón durante toda su vida, sus películas más populares incluyen Elegía de Naniwa (Naniwa erejî, 1936), Historia del último crisantemo (Zangiku monogatari, 1939), Cuentos de la luna pálida de agosto (Ugetsu monogatari, 1953) o El intendente Sansho (Sansho Dayu, 1954). El éxito internacional de Vida de Oharu, mujer galante (Saikaku ichidai onna, 1952), que ganó el Premio Internacional en el Festival Internacional de Cine de Venecia, ayudó a popularizar el cine japonés en Occidente. Al año siguiente, en 1953, Mizoguchi ganaría el León de Plata por Cuentos de la luna pálida de agosto.
Pero fue en 1951, antes del éxito en Venecia de Mizoguchi, el año que significó un antes y un después en el reconocimiento de la cinematografía nipona por parte de Occidente, cuando la película de Akira Kurosawa Rashomon (1950) fue galardonada por la Academia de Hollywood con el Oscar honorífico a la mejor película extranjera; un hito sin precedentes no solo para Japón sino para el resto de producción de habla no inglesa, ya que el actual Oscar a la mejor película de habla no inglesa no se instauraría en la ceremonia hasta 1956. El mismo año, Rashomon ganaría el León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Venecia. Gracias a Rashomon, el mundo entero giró su mirada hacia el cine japonés y contempló el auge de su edad dorada en los años 50. El gran maestro del cine japonés Akira Kurosawa (Shinagawa, 23 de marzo de 1910 - Setagaya, 6 de septiembre de 1998) hizo su debut con la película de acción La leyenda del gran judo (Sugata Sanshiro, 1943). Su primera colaboración con el entonces desconocido actor Toshiro Mifune llegó en 1948 con El ángel ebrio (Yoidore tenshi). Actor y director trabajarían juntos en otras quince películas, incluyendo clásicos como Rashomon, Los siete samuráis (Shichinin no Samurai, 1954), Trono de sangre (Kumonosu-jô, 1957) o Yojimbo (Yôjinbô, 1961). Tras perder su alianza profesional con Toshiro Mifune en 1969 y su trabajo en la dirección de la costosa coproducción estadounidense-japonesa sobre la Segunda Guerra Mundial Tora! Tora! Tora! en 1970, Kurosawa sufriría una fuerte depresión que lo llevaría a atentar contra su propia vida, y tan solo realizaría dos películas en una década, Dodes 'Ka-Den (1970) y Dersu Uzala (1975) (esta última co-producida por la Unión Soviética). En 1979 fue "rescatado" por Francis Ford Coppola y George Lucas, quienes financiaron la producción de Kagemusha (1980). En 1985 presentó la que es considerada como su última obra maestra Ran, adaptación libre de El rey Lear de su admirado William Shakespeare, en el Japón feudal. Durante toda su filmografía adaptó a autores occidentales como Shakespeare, Gorki, Dostoievski, Tolstoi, Ed McBain, Georges Simenon e incluso a Esquilo. Esta debilidad por la literatura no nipona le valieron reproches en Japón, donde le acusaron de ser "demasiado occidental". En 1990 recibiría el Oscar Honorífico por toda una vida dedicada al cine. El conocido como emperador del cine japonés murió el 6 de septiembre de 1998.
El tercero de los grandes maestros de la Edad de Oro del cine japonés, Yasujiro Ozu (Tokio, 12 de diciembre de 1903 - Tokyo, 12 de diciembre de 1963), comenzó su carrera como asistente de dirección antes de dirigir su primera película, La espada de la penitencia (Zange no yaiba) (ahora perdida), en 1927, y única de toda su filmografía de corte Jidaigeki o drama de época. Pasó a dirigir comedias cortas, documentales e historias de amor antes de ser reclutado en el ejército. A su regreso, realizó su primer éxito popular Hermanos y hermanas de la familia Toda (Todake no kyodai) en 1941 y su reputación quedó definitivamente sellada hacia el final de la década de los 40 e inicios de los 50, con la realización de las consideradas como sus dos obras maestras Primavera Tardía (Banshun) en 1949 y Cuentos de Tokio (Tokyo monogatari) en 1953. Pocos cineastas han sido tan consistentes en su estilo cinematográfico como el maestro japonés Yasujiro Ozu, marcadamente naturalista. Como director era reconcentrado y perfeccionista. Era visto como uno de los directores "más japoneses" y, como tal, su trabajo era raramente mostrado en el extranjero antes de la década de los sesenta. No empleó el sonido hasta 1935. Fueron notables sus planos filmados de frente, así como su uso exclusivo de una lente de 50mm (equivalente –o más bien– lo más cercano a la perspectiva del ojo humano) o el movimiento mínimo de la cámara. Pero quizá, la más celebrada marca del director nipón es el conocido como pillow shot (plano almohada), su plano característico que era tomado desde solamente unos 90 centímetros sobre el suelo, esto es, desde el punto de vista de un adulto sentado sobre un tatami. El término "Pillow shot" fue acuñado por el crítico Noël Burch enlazando el lenguaje cinematográfico a la tradición de las palabras de la almohadilla en la poesía clásica —adiciones cortas a una línea que reflejan o incluso cambian el significado de lo que viene después—. Por analogía y porque también servían como intensificadores de las imágenes a las que seguían o precedían, Burch nombró así a estos planos. En medio de las secuencias cuidadosamente compuestas en sus películas, Ozu solía añadir planos aparentemente aleatorios, sostenidos durante varios segundos, de la vida cotidiana: de mares y montañas, barcos y vías de tren, edificios públicos y habitaciones privadas. Estos planos, vistos en ocasiones como naturalezas muertas (abundan los espacios deshabitados y cuerpos inanimados), actúan como transición entre escenas y suponen una suspensión del relato. Son desaceleraciones que invitan a adoptar esa actitud de serenidad contemplativa tan estimada en la cultura japonesa. Pero también se han interpretado como epifanías de lo cotidiano o, por el contrario, como indicios de la alienación de los hombres en un entorno indiferente. El “drama moderno familiar” de Ozu marcó su influencia en cineastas de todo el mundo, como como Jim Jarmusch, Wim Wenders, Claire Denis, Aki Kaurismäki o Hou Hsiao-Hsien.
El cuarto de los maestros del cine clásico japonés que estudiaremos en este ciclo, Masaki Kobayashi (Otaru, Hokkaido, 14 de febrero, 1916 – Tokyo, 4 de octubre, 1996) estudió arte y filosofía asiática. Se embarcó en la industria cinematográfica nipona en 1941 cuando ingresó en los Estudios Shochiku como aprendiz de director, pero inmediatamente fue reclutado en el ejército y enviado a luchar a Manchuria. Kobayashi se consideraba a sí mismo como un pacifista, y durante la Segunda Guerra Mundial se negó a ascender a un rango superior al de soldado. Además, pasó un tiempo como prisionero de guerra en un campamento de Okinawa. Tras su paso por el ejercito, en 1946 regresó a Shochiku como asistente del director Keisuke Kinoshita. El debut como director de Kobayashi fue en 1952 con La juventud del hijo (Musuko no Seishun). Desde 1959 a 1961, Kobayashi dirigió La condición humana (Ningen no joken), una trilogía sobre los efectos de la Segunda Guerra Mundial en un japonés pacifista y socialista. La duración total de la trilogía es de casi diez horas, y en su conjunto se considera una de las películas de ficción más largas jamás realizada. En 1962 dirigió Harakiri (Seppuku), su obra maestra, que ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cine de Cannes de 1963. En 1964, Kobayashi realizó El más allá (Kaidan), su primera película en color que compone una colección de cuatro historias de fantasmas extraídas de libros de Lafcadio Hearn. El más allá ganó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de Cannes de 1965, y recibió una nominación al Premio de la Academia a la Mejor Película en Lengua Extranjera. Kobayashi es considerado uno de los grandes maestros cinematográficos de la posguerra inmediata japonesa, una generación eclipsada en gran medida por la presencia de los anteriores maestros citados como Akira Kurosawa, Kenji Mizoguchi y Yasujiro Ozu. Pocos en su generación fueron tocados tan de cerca por la guerra y eso dejó una profunda huella en su posterior trabajo. Sus más aclamadas películas son exploraciones del lado mas oscuro de la cultura nipona y del ser humano, intentando descifrar el lado oscuro que lleva al hombre a un sangriento suicidio en pos del honor o a cometer atrocidades en nombre del Emperador.
Con este nuevo ciclo de la Filmoteca de Sant Joan d'Alacant, "MAESTROS DEL CINE CLÁSICO JAPONÉS", queremos mostrar la obra de estos cuatro cineastas a través de algunas de sus obras más representativas.
Desde el día 4 hasta el 26 de diciembre, la Filmoteca de Sant Joan d’Alacant proyectará las siguientes películas:
Comenzaremos el lunes 4 de diciembre con la proyección de Yojimbo (Yôjinbô, 1961) dirigida por Akira Kurosawa. Yojimbo es una película de corte Jidaigeki, un drama de época ambientada en 1860, el ocaso del Periodo Edo en el siglo XIX, ocho años antes del comienzo de la Era Meiji. Yojimbo narra los acontecimientos tras el surgimiento de una clase media en Japón que terminó con el poder que se concentraba en el shogunato Tokugawa. Un rōnin, que se hace llamar Sanjurō (Toshirō Mifune), otrora un samurái de la realeza, está ahora sin señor, y no tiene más amo que su propia voluntad de sobrevivir, y ningún otro recurso más que su ingenio y su espada. Sin rumbo fijo, el mercenario llega a un pequeño pueblo y busca la oportunidad de ofrecer sus servicios. Allí se entera de que la ciudad está dominada por dos bandos enemistados, el de Ushi-Tora y el de Seibei, ambos aspirantes a hacerse con el poder. Sanjurō siente desprecio por ambos bandos de maleantes, pero se hará rogar para hacerles creer que tomará partido por el bando del mejor postor. Yojimbo fue nominada al Oscar al mejor diseño de vestuario 1962. Toshiro Mifune resultó ganador de la Copa Volpi en el Festival de cine de Venecia de 1962. En ese mismo año, 1962, Kurosawa presentaría la secuela de Yojimbo, Sanjuro (Tsubaki Sanjūrō) también protagonizada por Mifune. En 1964 el director italiano Sergio Leone, rodó Por un puñado de dólares (Per un pugno di dollari), una versión libre de Yojimbo, realizada, según él, como un homenaje a Akira Kurosawa. Al no pagar derechos de autor, Leone tuvo problemas legales. Se inició un juicio entre los productores del filme de Kurosawa y Leone, en el cual el director japonés reclamaba la autoría del guion, junto a Ryuzo Kikushima. El juicio resultó favorable a los japoneses, atrasando en dos años el lanzamiento del filme de Leone en los Estados Unidos. La película El último hombre (Last Man Standing, 1996), dirigida por Walter Hill, es un remake legalmente autorizado protagonizado por Bruce Willis.
Continuaremos el lunes 11 de diciembre con la proyección de Cuentos de la luna pálida de agosto (Ugetsu monogatari, 1953), dirigida por Kenji Mizoguchi. Cuentos de la luna pálida de agosto está basada en dos relatos de la colección de cuentos homónima de 1776, escrita por Ueda Akinari, y en un relato de Guy de Maupassant. La película narra la historia de Genjurô y Miyagi, dos aldeanos sin fortuna que viven a la orilla del lago Biwa, de la provincia de Ōmi, durante el Japón feudal del siglo XVI, afectado por las guerras civiles. Uno trabaja de alfarero y sueña con hacerse rico, y el otro aspira a ser un samurái reconocido. Considerada como la obra maestra de Kenji Mizoguchi, Cuentos de la luna pálida de agosto es una historia de fantasmas y un ejemplo del género jidaigeki (drama de época) con tintes fantásticos, protagonizada por Masayuki Mori y Machiko Kyō. En Cuentos de la luna pálida de agosto, Mizoguchi vuelve a situar a la mujer como víctima de la mezquindad masculina; aunque esta vez sean los hombres, especialmente Genjûrô, los principales protagonistas de su relato. Tanto Miyagi (la gran Kinuyo Tanaka), esposa de éste, como Ohama (Mitsuko Mito), mujer de Tobei, acaban mal por causa de la sinrazón de sus maridos, que anteponen sus intereses a los de su propia familia. Hasta la princesa Wakasa (Machiko Kyô), un alma en pena que vaga por la tierra junto a su vieja nodriza en busca del amor que le fue negado en vida, sufrirá por culpa de Genjûrô, quien le oculta a la llegada a su castillo que tenga una mujer y un hijo, conviviendo con ella en pecado durante algún tiempo. Para Mizoguchi, asiduo a los prostíbulos y cuya hermana fue vendida a temprana edad para que se convirtiera en geisha, la causa de la infelicidad femenina es casi siempre el egoísmo de los hombres. La película ganó el León de Plata en el Festival de Cine Venecia de 1953, consagrando a Mizoguchi en el panorama cinematográfico internacional.
El lunes 18 de diciembre se proyectará Primavera tardía (Banshun, 1949), dirigida por Yasujiro Ozu. Primavera tardía supuso un punto de inflexión en la obra de Ozu: signifca el final de una etapa y el principio de otra. Libremente basada en la novela corta de Kazuo Hirotsu Padre e Hija (Chichi to musume), Primavera tardía es la primera película de la denominada "trilogía de Noriko", en la que la actriz Setsuko Hara interpretó a tres mujeres distintas llamadas Noriko. A partir de esta película, la marvillosa Hara se convertiría en musa y máxima estandarte de la feminidad dentro del mundo de Ozu. En Primavera tardía, Noriko ha cumplido veintisiete años y aún permanece soltera. Su padre, el profesor Somiya, trata de buscar un buen enlace para la joven. Tras ver frustrado un posible matrimonio con Hattori, un joven asistente, su tía hace creer a Noriko que el padre tiene intención de contraer segundas nupcias. Pocos cineastas han recogido y reflejado el paso del tiempo con la estoica elegancia y la melancólica serenidad de Yasujirô Ozu. Primavera tardía afronta este gran concepto temático, universal e inexorable, desde dos vertientes que convergen: la colectiva y cultural —Japón posterior a la Segunda Guerra Mundial, sometido al control de los victoriosos Estados Unidos—, y la personal y privada —su personificación en el trauma de una joven que afronta la edad de abandonar el seno familiar para integrarse en la sociedad por medio del ineludible matrimonio—. Primavera tardía pertenece al subgénero del Shomingeki, un subgénero del Gendageki (drama contemporáneo) que se ocupa particularmente de la vida cotidiana de la clase trabajadora y la clase media de los tiempos modernos. La película es frecuentemente considerada como la primera de la última etapa creativa del director; una etapa cuyas películas se caracterizan por, entre otros rasgos, un enfoque exclusivo sobre historias entre familias durante la era de posguerra inmediata de Japón, una tendencia hacia tramas muy simples y el uso de una cámara generalmente estática. Primavera tardía fue galardonada con el prestigioso premio Kinema Junpo de la crítica nipona como la mejor producción japonesa estrenada en 1949. Muchos han indicado a Primavera tardía como el trabajo "más perfecto" de Yasujiro Ozu.
Por último, el martes 26 de diciembre se proyectará Harakiri (Seppuku, 1962) dirigida por Masaki Kobayashi. Basada en la novela Ibun rônin-ki de Yasuhiko Takiguchi, Harakiri es uno de los mejores ejemplos del género Jidaigeki, situando la narración entre 1619 y 1630, a inicios del Período Edo, y el Shogunato Tokugawa. Harakiri relata la historia de Hanshirō Tsugumo, un rōnin o samurai sin amo, que pide permiso a Saitō Kageyupara, regente de la casa del Clan Iyi, practicarse el Seppuku (o Harakiri), ceremonia durante la cual se quitará la vida abriéndose el estómago al tiempo que otro samurái lo decapitará. Antes de proceder con la ceremonia, el ronin ruega poder contarle la historia que le ha llevado a tomar tan trágica decisión. Harakiri plasma la situación de pobreza y desamparo en que se vieron abocados miles de samuráis tras el establecimiento del Shogunato Tokugawa en 1603. El Shogunato, que se mantuvo en el poder hasta la Restauración Meiji de 1868, se caracterizó por una férrea centralización e inauguró un periodo de paz, en el que muchos samuráis, especialmente los que servían a señores de la guerra derrotados por los Tokugawa, quedaron sin amo, creándose así la figura del rōnin o samurái sin amo. La película critica también la hipocresía del código de honor de los Daimyo o señores feudales, sólo preocupados en mantener las apariencias y la reputación de su Clan, aunque tuviesen que ocultar la verdad para ello. Harakiri compitió en el Festival de Cannes de 1963 recibiendo el Premio del Jurado. En 2011, el director japonés Takashi Miike realizó un remake en 3D de la película titulada Hara-Kiri: Muerte de un samurái (Ichimei), que fue estrenada en el Festival de Cannes de 2011.
Todas las proyecciones serán a las 20:00 en el Auditorio de la Casa de Cultura de Sant Joan d’Alacant, en versión original subtitulada y con entrada gratuita. Os esperamos.
La Filmoteca.