Ficha técnica y sipopsis. Portada del programa de mano. |
“Visión perversamente distorsionada de la manera de parecer, sonar y, en definitiva, ser, de la televisión. Un cardiograma satírico de un corazón oculto, no sólo de la televisión, sino también de la sociedad que lo sustenta y, a su vez, lo apoya.”
The New York Times
El Sr. Chayefsky se daba a conocer inicialmente como poeta de la pequeña y cotidiana televisión. Su trabajo entonces se descubría como el de uno de los pocos sátiros con acceso al mercado de masas. Su humor no es gentil ni generoso. Es todo lo duro y apocalíptico que puede ser sin alienar a la audiencia para la cual está destinado.
Enfrentándose a los personajes de la película, es extrañamente el de Howard Beale, "el profeta iracundo de las antenas" el que domina los recuerdos de Network. Lo recordamos en su impermeable calado, el pelo pegado a la frente, gritando: "Estoy mas que harto y no quiero seguir soportándolo", un gran eslogan para la película.
Pero Beale (Peter Finch) es mas el Showman de la película. La historia se centra en Diana Christiansen (Faye Dunaway), la directora de programación, siempre ambiciosa y dispuesta a hacer cualquier cosa por disparar los índices de audiencia. Dunaway da un rendimiento seductor a su obsesión, sus ojos brillan y se humedece los labios cuando piensa en una subida de audiencia. El espejo en que se mira es Max Schumacher (William Holden), un maduro jefe de noticias que se convierte en víctima y amante de Diana, en ese orden.
Muy convincente es el papel de Holden, periodista que contempla como su amada división de noticias es destruida por una arpía como Diana. Al mismo tiempo, Max se siente fascinado por ella, y deliberadamente, comienzan una aventura. Para él, es una intoxicación de fragancia diabólica, y tal vez amor. Para ella es difícil decir qué es, su relación se describe por impulsos más bien primarios.
La película causó sensación en su momento. Fue nominada a 10 Oscars, ganó cuatro (papeles protagonistas de Finch y Dunaway, actriz de reparto para Beatrice Straight, y guión original a Paddy Chayefsky), y despertó un gran debate acerca de los valores decadentes de la televisión. Visto tres décadas más tarde, es como una profecía. Cuando Chayefsky creó a Howard Beale, podría haber imaginado a muchos de los ídolos de la televisión actual.
Lo fascinante del guión de Paddy Chayefsky, es la sutileza con que cambia de marchas. Las escenas con Beale y el revolucionario "ejército de liberación" rebasan el límite de la cordura. Las escenas con Diana y Max son silenciosas, tensas, dramáticas y convincentes. Tanto Chayefsky como el director, Sidney Lumet, bordan el material de “backstage” en Network a través de la sátira más sutil, pongamos por ejemplo la última reunión nocturna donde los ejecutivos han de decidir qué hacer con Howard Beale, da la sensación que nos hemos colado en una casa de locos sin darnos cuenta.
Una de las ideas clave de Chayefsky es que a los jefes no les importa mucho lo que usted pueda decir en la televisión, siempre y cuando no ponga en peligro sus beneficios. Howard Beale aconseja a los telespectadores a apagar sus aparatos, sus fans cantan acerca de lo hartos que están… pero sólo se mete en problemas cuando revela los planes de venta de la empresa respecto a Arabia Saudita. Existe un paralelismo con El Dilema, película de 1999 dirigida por Michael Mann acerca de las noticias de la CBS, donde en"60 Minutos" se puede hacer casi cualquier cosa, excepto publicar material que amenace los beneficios de la cadena.
Sidney Lument durante el rodaje de Network. |
La labor de Sidney Lumet como director es una vez mas extraordinaria, viniendo del teatro y sobre todo de la televisión, sus señas de identidad siempre son una gran economía de medios, una espectacular dirección de actores, una narración vigorosa y una fuerte acentuación de los temas mediante la cámara. Desde 12 hombres sin piedad de 1957, su primera gran aportación al cine, el director neoyorquino consigue generar situaciones de tensión entre personajes a todos los niveles, recreando escenas en las que tanto altos cargos como gente llana, resultan cercanos y creíbles, dotando a estos personajes de personalidad y realismo en cada plano, generalmente entrando en crisis con el sistema, en este caso hablamos de la televisión, en otros han sido la justicia o los diferentes estamentos militares o políticos, todos ellos inamovibles, implacables ante la fragilidad del inocente individuo que se enfrenta al orden, o, si me permiten, el desorden establecido.
Antonio Cristóbal.