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Tierra de Aleksandr Dovzhenko


Ficha técnica y sinopsis. Portada del programa de mano.

«Si me es necesario elegir entre la verdad y la belleza, siempre elegiré la belleza. En ella hay una inmensa y profunda existencia, mayor que en la verdad desnuda. La existencia es solo lo que es bello.»

Aleksandr Dovzhenko.


Considerada casi por unanimidad como la obra maestra de Aleksandr Dovzhenko, Tierra (Zemlya, 1930) fue la última pieza de la llamada “Trilogía de Ucrania”, una serie de películas realizadas por el cineasta soviético en tan solo tres años y que incluía sus dos anteriores trabajos, Zvenigora (1928) y Arsenal (1929). Una trilogía con la que Dovzhenko parecía enfrentar dos conceptos a priori antagónicos como la inexorabilidad de la naturaleza y la reconstrucción de la misma en su relación con un poder establecido.


Cartelería internacional de Tierra.


Pionero de la cinematografía soviética junto a cineastas como Eisenstein, Pudovkin o Vertov, entre otros, Aleksandr Dovzhenko (1894-1956) nació en Viunysche, en Sósnytsia, un asentamiento de tipo urbano en la actual Óblast de Cherníhiv de Ucrania —que entonces formaba parte del Imperio Ruso— hijo de Petró Semiónovych Dovzhenko y Odarka Ermoláivna Dovzhenko. Sus ancestros fueron cosacos que se habían establecido en Sósnytsia en el siglo XVIII, provenientes de la provincia de Poltava. Aleksandr era el séptimo de 14 hijos, pero, debido a la alta tasa de mortalidad infantil, se convirtió en el hijo mayor antes de cumplir los once años de edad. A pesar de que sus padres eran analfabetos, el joven Aleksandr fue a la escuela alentado por su abuelo y se convirtió en maestro a la temprana edad de 19 años, lo que le eximió de luchar en la Primera Guerra Mundial. En la Guerra Civil que siguió a la revolución soviética, Dovzhenko se unió a los 'borotbistas', una facción de nacionalistas ucranianos a favor de un comunismo campesino. Durante este tiempo sirvió como diplomático soviético en Varsovia y Berlín, pero su posición mediadora entre bolcheviques y nacionalistas se hizo insostenible cuando el Ejército Rojo asesinó a prisioneros nacionalistas que se negaron a unirse a sus filas, y su período diplomático llegó a su fin. Dovzhenko recurrió a las artes, estudió con George Grosz en Berlín, y encontró una atmósfera agradable entre artistas y escritores en la floreciente cultura ucraniana de la década de 1920. Publicó caricaturas y tenía aspiraciones como pintor antes de comenzar su carrera como cineasta. Dovzhenko inició su carrera cinematográfica en 1926, cuando se mudó a Odesa. Su primera obra fue El fruto del amor (Yagodka lyubvi, 1926), un cortometraje de corte cómico al que le seguiría La valija diplomática (Sumka dipkuryera, 1927), su primer largometraje con el que se adentraba en el género del espionaje, basado en el asesinato verídico del diplomático soviético Teodor Nette.

Fue en 1928, con la realización de Zvenigora, primera obra de la conocida hoy como “Trilogía de Ucrania”, cuando Dovzhenko hizo latente su estilo único entre sus contemporáneos soviéticos de profesión, al mezclar lirismo y política a la vez que establecía un marcado carácter revisionista de la historia y del folclore ucranianos. Zvenigora relata un milenio de historia ucraniana a través del relato de un anciano que revela a su nieto el secreto sobre un tesoro enterrado en una montaña. Aliñado con tintes del género fantástico, Dovzhenko ensalza en Zvenigora la industrialización de Ucrania, ataca la burguesía europea y celebra la belleza de la estepa ucraniana reformulando su antiguo folclore. Un año después, en 1929, realizaba la segunda película de la trilogía, Arsenal; un drama de corte antibelicista que relataba la historia de un soldado ucraniano al regresar a su hogar tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y observa devastada su región. Arsenal comienza donde finaliza el relato histórico de Zvenigora. Cubre la deserción masiva de los soldados desde la Primera Guerra Mundial a principios de 1917, la proclamación de la Ucrania independiente, el breve reinado del gobierno nacional y termina con el fracasado levantamiento bolchevique del arsenal de Kiev en enero de 1918. Dovzhenko, fiel a su joven pero ya marcado estilo técnico —repleto de primeros planos contrapicados— y poético, muestra en Arsenal el horror de la guerra al tiempo que evoca la necesidad por desarrollar una nueva conciencia sociopolítica.

Tierra continúa la línea marcada por Zvenigora y Arsenal, pero, esta vez, en un contexto histórico contemporáneo a la realización de la película, y con una mayor dosis de lirismo e incluso de un panteísmo ignorado, malinterpretado y censurado por la crítica stalinista.

Dovzhenko fue comisionado en 1929 por el gobierno soviético, impresionado por sus anteriores trabajos, para realizar una película que propagara la etapa de construcción del socialismo tras la Declaración de la Creación de la URSS en 1922, en plena política de colectivización puesta en marcha por Iósif Stalin para consolidar la tierra en dominio popular y la mano de obra en granjas de explotación colectiva (koljós) y en granjas de explotación estatal (sovjós). Fue la segunda película que rodó sus secuencias interiores en los recién construidos estudios cinematográficos de Kiev, tras El hombre de la cámara (Chelovek s kinoapparatom, 1929) de Dziga Vertov; unos estudios cinematográficos que hoy día llevan el nombre del cineasta ucraniano (Dovzhenko Film Studios). En Tierra la belleza, el lirismo y el panteísmo se imponen ante el mensaje político y el carácter propagandístico. La película está literalmente repleta de poesía visual naturalista: como los primeros planos de un cielo inmenso, los ondulantes planos generales de campos agitados por el viento ucraniano y multitud de planos, de todo tipo, de los frutos que nacen de estos campos, como girasoles y manzanos.


La belleza y la poesía naturalista de muchos planos de Tierra, hoy icónicos, se imponen ante cualquier mensaje político de carácter propagandístico.


Tierra relata una insurrección de una comunidad de agricultores, a raíz de una expropiación hostil por parte de los kuláks, término despectivo con el que se conoció a los terratenientes propietarios de las tierras que constituían una burguesía agraria, representando tan solo el 18% de la población en la época zarista y del 5% al 7% de la población en el estado soviético, y que el comunismo luchó por erradicar con una política de colectivización de la tierra impuesta por el Primer Plan Quinquenal (1928-1932) tras la llegada de Stalin al poder. La base ideológica del discurso del relato en Tierra, con un mensaje sobre la necesidad de concienciación colectiva para el desarrollo de dicho Plan Quinquenal, se produjo bajo un contexto histórico en el que estos pequeños propietarios de tierras, los kuláks, vivían medianamente acomodados. Sin embargo, y muy a pesar del régimen stalinista, la clase agricultora en general se mostró contraria a la colectivización provocando movimientos anti-soviéticos que, unidos al creciente sentimiento nacionalista de Ucrania, se convirtieron en un peligro para el estado soviético.

Todo ello está perfectamente reflejado en el relato de Tierra, en el que los personajes protagonistas son el reflejo de las diversas posturas en el periodo de colectivización en territorio ucraniano. De este modo, Tierra presenta a los miembros de varias familias de granjeros enfrentados entre sí por el proceso de colectivización. En la familia del Señor Opanas, patriarca de la familia protagonista del film, su hijo, el joven Vasil Opanas, ha sido designado para llevar a cabo el proceso de colectivización en las granjas de la pequeña villa en la que viven. Vasil personifica, e incluso mitifica, el activismo político y la esperanza del proceso de colectivización, con su firme convicción por la causa bolchevique. Su padre representa, sin embargo, la figura del campesino escéptico; un campesino que ha sufrido el régimen zarista y la guerra, sensible ante cualquier motivo de progreso prometido. Para este campesino, ateo convencido, no existe más tierra prometida que la que él ha trabajado duramente con sus manos y animales como únicas herramientas. Sin embargo, su hijo Vasil representa lo nuevo, el progreso; la llegada del tractor para trabajar la tierra y la unión de los pueblos de las repúblicas socialistas. La familia aburguesada de granjeros kuláks de la villa, los Bilokin, tratarán de impedir que el tractor llegue a la villa y traspase las fronteras de sus granjas.

Tras este sencillo relato del enfrentamiento entre familias afines a la colectivización y los kuláks, Dovzhenko muestra un abanico de personajes secundarios enraizados en sus orígenes y su destino, con un tono mucho más poético y panteísta que político. Estos personajes son los más mayores, los abuelos de la familia, y los niños.

El carácter propagandístico es innegable en Tierra, pero, sin embargo, la relación de sucesos dramáticos y la toma de decisiones por parte de los protagonistas, especialmente por el padre, resultó demasiado ambivalente para la crítica stalinista y la comisión de producción de la película. Y no era de extrañar, ya que la fuerza de las imágenes poéticas en Tierra tuvo, y sigue teniendo, mucho más calado que su discurso político. Una película en la que Dovzhenko parecía ofrecer un evangelio panteísta, más que servir de herramienta política.

La relación panteísta de los agricultores con el mundo en el que viven y su orden se establece de inmediato nada más comenzar la película, mediante la yuxtaposición de imágenes (acorde a la tendencia del montaje soviético); ya en la secuencia inicial, en la que se relata la muerte del abuelo Simón (Seymon) Opanas (el fin de la vida, de un ciclo), se alterna el montaje con planos de niños pequeños (el comienzo); el hecho de que tanto el abuelo como los niños estén comiendo las peras que yacen esparcidas en la hierba cristaliza aún más la sensación de un ciclo constante y natural de nacimiento, crecimiento y muerte. Cabe destacar la profunda huella que dejó en Dovzhenko la muerte de su abuelo, quien fue, como se citó anteriormente, la persona que lo sacó de una familia analfabeta para que tuviera una educación y fue su maestro en todos los sentidos. Tal es la marca que dejó su abuelo a Dovzhenko que se basó en los recuerdos de su muerte para esta secuencia inicial. Una secuencia que probablemente muestre la muerte más placentera de la historia del cine; cómica, tierna y poética al tiempo.

No parece tampoco fortuito el nombre de algunos personajes como Simón (Seymon), el abuelo, que alude a Semyon, semilla; o el joven Vasil (Vasili), etimológicamente ‘rey’, el elegido, el mesías. A pesar de la dura crítica a la iglesia ortodoxa, Dovzhenko encontró recursos en los evangelios para desarrollar su relato y a varios de sus personajes, como en el caso del joven kulák Arkhyp Bilokin, moderno judas que aparecerá rodeado de tres cruces hacia el final de la película. Todo esto, unido a lo anteriormente comentado sobre el hecho de que el realismo social de Tierra fuese más lírico que propagandístico —avanzándose así al realismo poético francés o al neorrealismo italiano—, y de que tuviera un marcado espíritu nostálgico por la identidad histórica de los campesinos ucranianos, entre otras referencias, no gustó a gran parte de la élite de la comisión encargada de la propaganda soviética, llegando algunos críticos a tildar de "contrarrevolucionario" a Dovzhenko y de "ideológicamente viciada" y ambigua a la película, que finalmente fue censurada en algunas de sus secuencias, provocando un exilio temporal y voluntario de Dovzhenko de la URSS.


En Tierra, la relación panteísta de los agricultores con el mundo en el que viven y su orden se establece de inmediato nada más comenzar la película.


Más allá del relato de Tierra se sitúa su estética, tanto visual como técnica y narrativa. Una estética que se diferencia del resto de cineastas soviéticos contemporáneos como Eisenstein o Vertov, sobre todo por sus innegables influencias pictóricas de su Ucrania natal, entre las que encontramos referencias como Mykola Pymonenko, Fedir Krychevsky, Kazimir Malevich, Vasyl Kasian, David Burliuk, Oksana Pavlenko o Pavlo Tychyna. Estéticamente, Tierra es un producto de vanguardia adelantado a su tiempo, que tendría su fruto en futuros cineastas soviéticos como Andrei Tarkovsky, para quien Tierra era una de las diez películas que más le habían inspirado en su obra. Tal era la devoción por Dovzhenko de Tarkovsky que llego a afirmar lo siguiente:

«Si uno tiene absoluta necesidad de compararme con alguien, debería ser con Dovzhenko. Fue el primer director para quien el problema de la atmósfera era particularmente importante.»

La influencia del cine de Dovzhenko en la obra de cineastas de todo el mundo, no solo soviéticos, es evidente en el trabajo de directores como Terrence Malick, cuyo film Días del Cielo (Days of Heaven, 1978) evoca los planos iniciales de Tierra con el viento agitando el campo.

Tierra es una película única en la historia del cine. Un film usualmente considerado como el mejor de Dovzhenko, a menudo citado junto con El acorazado Potemkin (Bronenosets Potyomkin, 1925) de Sergei M. Eisenstein como una de las películas más importantes de la era soviética. Así, ocupó el puesto 88 en la encuesta de 1995 sobre las 100 mejores películas del siglo realizada por la revista Time Out. Asimismo, fue votada como una de las diez mejores películas de todos los tiempos por un grupo de 117 historiadores de cine en la Exposición General de Bruselas de 1958 y nombrada una de las diez mejores películas de todos los tiempos por el Simposio internacional de críticos de cine.

Incomprendida en su tiempo, Tierra es actualmente una muestra más del cine puro realizado en el periodo silente; una obra maestra de la cinematografía soviética cuyo carácter propagandístico resulta hoy día simplemente circunstancial.

Tierra significó una de las semillas de las que florecieron muchos de los grandes cineastas soviéticos como Andrei Tarkovsky. Una semilla surgida del fruto caído del árbol de su propio contexto sociopolítico, que, sin embargo, ha sido regada y abonada por los mejores agricultores de esa tierra fértil que es la historia del cine, para continuar el ciclo natural de la creación cinematográfica.



Javier Ballesteros


Vídeo introductorio a Tierra
por Javier Ballesteros.