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El amigo americano de Wim Wenders





“A los americanos no les gusta que se les ponga un espejo delante, pero no pueden dejar de meterse en la vida de los demás. “



Wim Wenders




Wim Wenders, nacido en 1945, creció en la Alemania que miró a otro lado para olvidar, e inevitablemente empezar a crecer de nuevo en manos de su redentor americano.
Una de las constantes mas interesantes en la filmografía del director germano Wim Wenders, es su tratamiento, algo ambiguo, sobre la presencia de la cultura y política norteamericana en el resto de culturas occidentales, y el modo en el que ha ido penetrando en el subconsciente europeo y, mas concretamente, en su país natal, desde la postguerra y el milagro económico alemán, hasta hoy día.
Sin embargo, pienso que es evidente la admiración de Wenders por la cultura norteamericana, la más arraigada, profunda y folklórica. Wenders observa con admiración al antihéroe americano; aquel que se esconde tras la primera potencia mundial y que no siempre debe salir victorioso, incluso, a veces es autodestructivo.
Por todo ello, tengo la certeza de que la elección del título de la película de Wenders, que proyectamos hoy en el ciclo dedicado a la joven generación del Nuevo Cine Alemán de los años 70, no fue gratuita.

El amigo americano, es una adaptación de “El juego de Ripley” de la novelista de estadounidense, Patricia Highsmith. Wenders, que luchó por conseguir los derechos de una novela de Highsmith de la saga Ripley, finalmente los encontró. Y fue gracias al encuentro personal con la propia escritora, quien le ofreció los derechos de la más reciente, todavía sin editar.
La obsesión del cineasta alemán por el intrigante personaje de Tom Ripley, se evidencia en su cita del enunciado. Wenders utiliza al inquietante personaje de Tom Ripley para simbolizar en él lo oscuro del lado americano, egocéntrico, orgulloso y destructivo. A su vez, ese lado oscuro se disfraza en la superficie de un atractivo, sutil y desafiante, adulador comerciante, vendedor de humo. La máscara de Tom Ripley, como el título de otra novela de la famosa saga, esa delicada capa superficial que oculta lo descarnado del personaje es, a mi parecer, el símbolo perfecto de lo que Wenders ansiaba en su búsqueda para retratar el discreto encanto norteamericano.
Sin embargo, Wenders, que sigue siendo un enamorado del otro lado americano, había adquirido de ellos, junto a sus compañeros de generación alemanes, el arte de saber vender su producto. Para ello, elaboró un magnífico Thriller en el más puro estilo americano ayudado del guión adaptado de la novela de Highsmith. Cine negro europeo, al estilo americano, o viceversa.

Anteriormente a El amigo americano, Wenders, había realizado una serie de films que le ayudarían a destacar internacionalmente donde destacaban Alicia en las ciudades (1974) y En el curso del tiempo (1976). Posteriormente realizó, en la década de los 80, dos obras claves en su filmografía como Paris, Texas (1984), galardonada con la Palma de Oro, y El cielo sobre Berlín (1987), con las que se consagró definitivamente como uno de los cineastas europeos más destacados de la década. En sus primeros Films, retrató el folklore norteamericano que tanto admiraba, su cultura y sus paisajes, a modo de road movies; un género que le apasionaba, y que dio nombre a su primera productora. En ellos, indagaba también en la psicología de la sociedad norteamericana, sus vacíos y alienamientos, así como el contacto con el inmigrante.

Wim Wenders consiguió en El amigo americano su propósito de colaborar con siete directores colegas de profesión, interpretando varios personajes. Estos fueron, Dennis Hopper, Nicholas Ray y Samuel Fuller, invitados americanos, y el germano Peter Lilienthal, el suizo Daniel Schmid, y los franceses Jean Eustache y Gérard Blain, como invitados europeos. Todos ellos, tuvieron roles negativos o perversos y la relación de equilibrio entre ellos es, a mi parecer, de lo más interesante del sentido narrativo del film. Wenders utiliza a varios de estos cineastas, tan admirados por él, en papeles que parecían sacadas de sus películas; personajes tan retorcidos y bizarros como los salidos de las filmografías de Fuller, o antihéroes rebeldes como en la de Ray. Por ejemplo, Nicholas Ray interpretaba notablemente a un estrambótico pintor que se dedicaba a falsificar sus propios cuadros, para robar los auténticos y venderlos en el mercado negro. Uno de los papeles principales, además del de Ripley para Dennis Hopper, lo tuvo el cineasta francés Gérard Blain, que interpretó al desalmado asociado de los bajos fondos parisinos, Raoul Minot. Estos personajes interpretados por sus colegas, parecen una ofensiva ante el desprecio histórico del cine americano hacia su propio cine, y parte del europeo. Ray y Fuller, fueron dos grandes infravalorados de la industria americana, asi como el resto de participantes europeos; la mayoría pertenecientes a la “nouevelle vague” francesa y, por tanto, grandes admiradores del mejor cine americano. Este curioso casting, es una de los motivos irónicos mas interesantes del film, similar a lo que insinuaba Jules Dassin en Rififí (1955), tras su destierro americano en la caza de brujas.

Dennis Hopper interpretó al inquietante Tom Ripley; no es especialmente la mejor interpretación de Ripley en el cine, que a mi parecer fue la de Alain Delon en A pleno sol (1960) de Réne Clément, y su caracterización de tejano fue rechazada por la propia Patricia Highsmith. Sin embargo, mas tarde aseguraría la escritora que el Ripley de Hopper le parecía haber capturado la esencia y el alma del personaje, esto es en parte, el equilibrio entre encanto, orgullo y sangre fría, tan característicos de Ripley, y que Hopper interpretó muy sutilmente.


Dennis Hopper interpreta al inquietante Tom Ripley


Bruno Ganz, que tan sólo había realizado un film en su carrera el año anterior tras una exitosa carrera teatral, interpretaba a Jonathan Zimmerman; el ingenuo marquista judío cuya enfermedad incurable se tornará en chantaje emocional por parte de Ripley y sus socios. Jonathan es un tipo solitario y sencillo, maleable e inseguro; desconfía de los que no respetan el arte y su trabajo, pero sin embargo, es atraído por la cultura y el sistema americano. A Zimmerman, le gusta el rock y las formas de los americanos, su despreocupación y sus sueños. Tom Ripley, es consciente de que la enfermedad de Zimmerman incrementa sus sensaciones positivas respecto a esta tipo de vida, y le seduce hasta usarlo como arma para llevar a cabo un asesinato como pago a sus socios de la mafia parisina, en un ajuste de cuentas. Al mismo tiempo, y como buen falsificador, Tom propone a sus adeudados la falsificación de los informes médicos sobre la enfermedad de Zimmerman, chantajeando emocionalmente a éste, quién cederá ante el juego destructivo de Ripley, consumando así el primer asesinato. La caída sin retorno de Zimmerman es de una interpretación soberbia por parte de Ganz; se puede ver la progresión de la desintegración de su sistema moral y de valores; Zimmerman es un ser patoso, choca con todo y se resigna fácilmente; sin embargo, es calmado y sumiso hasta que pierde finalmente el norte progresivamente; lo vemos gritar, reír, llorar, y con un serenidad incoherente en ciertos momentos tensos; tal vez, consciente de su destino.
La interpretación de Ganz es la mejor, con creces, de la película; y significó su primer gran éxito de crítica en el cine, donde no dejaría de trabajar hasta hoy día con interpretaciones tan recordadas como la reciente de Hitler en El Hundimiento (2004) de Oliver Hirschbiegel. Mas tarde de El amigo Americano, Ganz volvería a colaborar con Wim Wenders en varias películas como la aclamada El cielo sobre Berlín (1987).

Estéticamente, El amigo americano, es un film muy experimental e innovador. Wenders, junto a su director de fotografía, Robbie Müller, influenciado por el pintor norteamericano Edward Hopper, consiguió una iluminación donde destacaban los tonos verdes y amarillentos, y unos encuadres muy pictóricos acordes con el tema del film.
La acción se sitúa en tres localizaciones, New York, Paris, y Hamburgo; el rodaje se realizó a medio camino entre las tres ciudades y en estudio. Wenders, retrató con holgura las tres ciudades, sobre todo Paris, al estilo de otro de sus maestros, el italiano Michelangelo Antonioni, a quien ayudaría co-dirigiendo su último film Más allá de las nubes (1995). A destacar, el montaje de la escena del asesinato en el tren donde son casi inapreciables los constantes cambios escénicos entre el tren real y el estudio.



Un brillante Bruno Ganz interpreta al atormentado Jonathan Zimmerman.
Trailer original de "El amigo americano".


En definitiva, El amigo americano es una de las grandes aportaciones del Nuevo Cine Alemán a la industria europea, que lanzó definitivamente a Wenders al reconocimiento mundial y al estrellato. Hoy día, Wenders es uno de los cineastas mas respetados del mundo. En su Filmografía destacan tanto los Films de ficción, como los aclamados documentales, como por ejemplo Buena Vista Social Club (1998), como su gran repercusión mediática y tendencias respecto a la industria cinematográfica.
Actualmente, Wim Wenders, es el presidente de la Academia Europea del Cine, y su empeño se ha centrado en la reivindicación hacia el cambio y el progresismo en la industria. Gran cinéfilo, amigo de los mas grandes cineastas, de una admiración recíproca, Wenders se sitúa hoy como una de las voces mas importantes en la toma de decisiones y cambios de tendencia. Tras dar el paso al cine digital con Tierra de abundancia (2004), y colaborar en el film español producido por Javier Bardem Invisibles (2007) actualmente prepara el salto al cine documental en 3D con un film sobre la vida de la coreógrafa germana Pina Bausch.
Con Wim Wenders, continúa hoy el repaso a los más destacados cineastas del Nuevo Cine Alemán en La Filmoteca de Sant Joan. Wim Wenders, el amigo alemán.

Javier Ballesteros